lunes, 7 de marzo de 2011

El conocimiento de Dios -1-





EL CONOCIMIENTO DE DIOS -1-

©Giuseppe Isgró C.



Giovanni Papini, en su clásico: Juicio Universal, pone en boca de Alejandro Magno, la siguiente expresión: -“Sentí que la única empresa digna del hombre es la conquista de sí mismo para moverse a la conquista de Dios”-. Agregamos: “a la conquista de Dios”, por el amor.

Sri Ramakrishna le decía a M.: -“Quiénes sois para enseñar a otros? Por qué el ser humano no aprende por sí mismo a conocer a Dios? Cumple todos tus deberes con el mundo pero conserva tu mente fija en Dios. Meditando en el Creador, en la soledad, la mente adquiere el conocimiento de Él”.

Sin duda, la grandeza de Dios trasciende las facultades cognoscitivas del ser humano, pero, -es ésta una razón suficiente para dejar de percibir, de Él, lo que, en el eterno presente, seamos capaces de lograr? Esa es la meta eterna, afortunadamente: conocerle.

El constante recuerdo del nombre del Creador, centrando la atención en Él, permanentemente, es esencial. Donde se centra la atención, se expande la conciencia y comienza a fluir el conocimiento y el poder creador.

Jamás nos hemos separado de la Fuente Universal, empero, es preciso adquirir conciencia de que la conexión con el Creador, ya existe, desde siempre.

El ser se encuentra inmerso en Dios: el Espíritu Universal, al igual que los peces lo están en el mar. Pueden tener sed, los peces, estando en el agua? Y, el ser humano, viviendo en el Espíritu Universal, puede dejar de conocerle? –Por qué no aprovecha, en mayor grado, la ABUNDANCIA que la previsión divina a puesto a nuestro alcance? -Tener “hambre”, y dejar de satisfacerla, en el Granero de Dios, es eso posible?
Hay que percibirse como una emanación del Espíritu Universal. Una emanación eterna e inmortal, autónoma, con la facultad del libre albedrío, entre otras inmensas.

El Creador Universal hace sentir, a cada instante, su voz de PEDAGOGO, en la conciencia, aportando la enseñanza adecuada. Coordinando, al mismo tiempo, para recibirla de quien y de donde menos se piensa. Oportunamente, aparecerá la persona, en el propio camino, que aportará la lección precisada. Es necesario reconocer, en los encuentros circunstanciales de la vida diaria, tanto la presencia de Dios como la de su enseñanza. Primeramente, en la conciencia. Luego, por medio de otros seres. Todos somos expresiones múltiples de la DIVINIDAD, e instrumentos de su voluntad.

-Cómo lo hace Dios? Por el lenguaje de los sentimientos en la propia conciencia. Inspira el conocimiento de los valores universales, y al mismo tiempo, la ley cósmica, deja sentir su advertencia coercitiva-pedagógica como guía en la conducta, y como acción coactiva, cuando el ser precisa corrección, por efecto de la ley de justicia.

Es factible conocer a Dios por los atributos divinos o valores universales. El ser humano –y los seres en los demás reinos naturales- los poseen en igualdad de condiciones que los del Creador. La única diferencia reside en que Él los tiene desarrollados en grado infinito, en todas sus inmensas vertientes y variantes. Los atributos de los seres se encuentran en estado de POTENCIALIDAD, que, eternamente, sin límites algunos, habrán de ser desarrollados, adquiriendo nuevos niveles de conciencia.

Conociendo cada atributo divino, en el propio ser, se conocen los de Dios. Gradualmente, se entiende. Los doce atributos básicos, por los cuales sería ideal comenzar a conocer a Dios, son: El amor, la justicia, la prudencia, la fortaleza, la templanza, la belleza, la afinidad, la igualdad, la compensación, la libertad, la armonía y el orden. Directa o indirectamente, se vinculan con todos los demás atributos.

El amor, síntesis universal de la ley cósmica: engloba todos los valores universales en su cumplimiento o práctica. Es decir, si se cultiva el amor, se estaría realizando, simultáneamente, la práctica de todas las virtudes.

Un buen comienzo en el cultivo del conocimiento de Dios es hacerlo por medio del amor, en todas sus inmensas vertientes.


Adelante.

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