lunes, 18 de julio de 2011

ENCARNACIÓN DE LOS ESPÍRITUS: Objetivo de la Encarnación. Del Espíritu y del Alma. Materialismo.




Capítulo VI

DE: EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
• El mejor libro de todos los tiempos
• Autor: ALLAN KARDEC
• Versión castellana: Giuseppe Isgró C.


ENCARNACIÓN DE LOS ESPÍRITUS

Objetivo de la Encarnación. Del Espíritu y del Alma. Materialismo.

OBJETIVO DE LA ENCARNACIÓN

1. Cuál es el objetivo de la encarnación de los Espíritus?
-“Dios se la impone como el medio para alcanzar la perfección, soportando todas las circunstancias de la existencia corporal, que para los más constituye una expiación o una prueba, para otros una misión. La encarnación tiene, al mismo tiempo, otra finalidad, la de delegarle al Espíritu su parte en la obra de la Creación. Para conseguir este objetivo el Espíritu toma, en cada mundo, una vestimenta corpórea en armonía con la materia del mismo, condición esencial para poder actuar en conformidad con los mandatos de Dios, y mientras concurre a la ejecución de los planes de Dios, trabaja, también, para su propio perfeccionamiento.
La acción de los seres corpóreos es necesaria al desenvolvimiento del universo; pero, Dios, en su sabiduría, ha querido que en ella encontrasen un medio para progresar y de acercarse a Él. De esta manera, por Ley admirable de su Providencia, todo se liga conjuntamente, todo es armonía en la naturaleza.
2. Los Espíritus, que desde el principio han seguido la vía del bien, tienen necesidad, también ellos, de la encarnación?
-“Todos son creados sencillos e ignorantes, y no se instruyen sino en las acciones y en las tribulaciones de la vida corpórea. Dios, que es justo, no podía hacer feliz algunos sin sufrimientos y sin fatigas, y por lo tanto sin mérito”-.
Entonces, a qué sirve a los Espíritus el haber seguido la vía del bien, si Dios no les dispensa de las pruebas de la vida corpórea?
-“Alcanzan más rápidamente la meta. Por otra parte, las pruebas de la vida son, frecuentemente, una consecuencia de las imperfecciones del Espíritu, empero, quien las tiene en menor grado sufre menos tormentos; de esta manera, quien no tiene envidia, celos, avaricia y ambición, no sufrirá las torturas que son consecuencia de estos defectos”-.
DEL ESPÍRITU
3. Qué es el Espíritu?
-“Un ente espiritual encarnado”-.
Qué era el Espíritu antes de unirse al cuerpo?
-“Era un Espíritu en la dimensión espiritual”-.
Almas y Espíritus son las mismas cosas?
-“No. Antes de unirse al cuerpo, el Espíritu es uno de los seres inteligentes que pueblan el mundo invisible, y revisten, temporalmente, un involucro carnal para purificarse e instruirse”.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: El alma y el Espíritu son dos cosas totalmente diferentes, pese a que, suele, con frecuencia, usársele como sinónimos. El Espíritu es el ente inteligente, el conductor del cuerpo; el alma es lo que se denomina periespíritu, el elemento de enlace que une al Espíritu con el cuerpo. Ya los egipcios tenían clara esta diferencia, denominando al Espíritu con el término Khu, al alma: kha, y al cuerpo Khut. Nosotros, ahora, hemos adaptado la terminología al uso actual, en concordancia con lo que ha predominado en el pensamiento universal, con las denominaciones de Espíritu, Alma y Cuerpo.
4. Hay en el ser humano algún otro elemento además del Espíritu y del cuerpo?
-“El ligamen que les une”-.
Cuál es la naturaleza de este ligamen?
-“Es una sustancia semi-material, de naturaleza intermedia entre el Espíritu y el cuerpo, que rinde posible las comunicaciones del uno con el otro. Es por medio de este ligamen que el Espíritu actúa sobre la materia, y la materia sobre el Espíritu”-.
El ser humano consta, por lo tanto, de tres partes esenciales:
1. Por el cuerpo, que es un ser material análogo al de los animales y vivificado por el mismo principio vital; 2. Por el Espíritu, -ente inteligente encarnado- a quien el cuerpo sirve de morada; 3. Por el principio intermedio, periespíritu o alma, que es sustancia semi-material, que sirve como primera envoltura del Espíritu, la cual une al Espíritu con el cuerpo. De igual manera que en un fruto encontramos la corteza, la pulpa y la semilla.
5. Es el Espíritu independiente del principio vital?
-“Sin duda, por cuanto el cuerpo no es más que la envoltura”-.
Puede existir el cuerpo sin el Espíritu?
-“Sí: empero, tan pronto como el Espíritu lo abandona, el cuerpo cesa de vivir. Con el nacimiento se consolida la unión del Espíritu con el cuerpo, -la cual ocurre en el mismo instante de su engendramiento y concepción-; mientras que, en el momento de la desencarnación se rompe el ligamen que mantenía unido al Espíritu con el cuerpo y éste se separa. La vida orgánica puede animar un cuerpo sin Espíritu, pero éste no puede morar en un cuerpo privado de la vida orgánica”-.
Qué sería de nuestro cuerpo, si no tuviese Espíritu?
-“Una masa de carne sin inteligencia, todo aquello que queráis, pero jamás un ser humano”-.
6. El Espíritu, puede encarnarse, al mismo tiempo, en dos cuerpos diferentes?
-“No; el Espíritu es indivisible, y no puede animar, al mismo tiempo, dos seres diferentes”-.
7. Qué debemos pensar sobre la opinión de quienes consideran el Espíritu como el principio de la vida material? (*)
-“Es cuestión de palabras: nosotros no nos atenemos a eso; buscad de entenderos entre vosotros”-.
8. Algunos Espíritus, y antes de ellos algunos filósofos, han definido el Espíritu: “una chispa de naturaleza espiritual emanada del Gran Todo”. Por qué esta contradicción?
-“La contradicción es aparente y depende de la variedad de significados de las palabras. Por qué no tenéis para cada cosa un término propio?”-.
El vocablo Espíritu es empleado para expresar cosas muy diferentes. Unos denominan así el principio de la vida, y en este significado es exacto decir, figurativamente, que el Espíritu es una chispa “de naturaleza espiritual” emanada del Gran Todo, cuyos últimos vocablos indican la Fuente Universal del principio vital, de quien, cada ser, absorbe una partícula, la cual regresa a la dimensión espiritual después de la desencarnación. Esto se compagina con la idea de un ser moral distinto e independiente de la materia, denominado Espíritu, -“cuya unión con el cuerpo realiza por intermedio del alma o periespíritu”-. Por lo cual, al darle, los Espíritus, al alma -y al Espíritu-, diferentes definiciones, lo han hecho de acuerdo a las aplicaciones que ellos hacían de dichos términos, según las ideas terrenas en que se habían cultivado. Esto deriva de la insuficiencia del lenguaje humano, el cual no posee un vocablo para cada idea, lo que da origen a múltiples equívocos y debates: esta es la razón de porque los Espíritus superiores nos aconsejan de ponernos, antes, de acuerdo sobre el significado de las palabras.(**)
9. Qué debemos pensar de la teoría que supone al Espíritu dividido en tantas partes cuantos músculos tiene el cuerpo humano, y prepuesto, así, a cada una de sus funciones?
-“Esta depende del sentido que se atribuye al término Espíritu; si se entiende como fluido vital, se tiene razón; si se hace referencia al Espíritu encarnado, es incorrecto. Nosotros lo hemos dicho: el Espíritu es indivisible, y transmite el movimiento a los órganos por vía del fluido intermedio”-.
Cómo se explica, pero, que existan Espíritus que hayan dado esta definición?
“Los Espíritus ignorantes pueden confundir el efecto por la causa”-.
El Espíritu, que informa al cuerpo durante la vida, y le abandona con la desencarnación, actúa por medio de los órganos, y los órganos son animados por el fluido vital distribuido en ellos, en forma más abundante en aquellos que constituyen los centros y pilares del movimiento. Empero, el fluido vital no es más que el medio de acción: el agente es el Espíritu.
10. Existe algo de verdad en la opinión de quienes piensan que el Espíritu se encuentra fuera del cuerpo y que lo envuelve todo?
-“El Espíritu no está encerrado en el cuerpo, como un pájaro en una jaula, sino que irradia, y se manifiesta fuera del mismo como la luz atraviesa un globo de cristal, o como el sonido en torno a un centro sonoro. En este sentido se le puede considerar externo, sin deducir, por ello, que sea el involucro del cuerpo. Es, en cambio, el Espíritu que tiene dos envolturas: una, sutil y ligera, la primera, que vosotros denomináis alma –o periespiritu-; la otra, más densa, que es el cuerpo. El Espíritu, repetimos, es el centro de este involucro, como la parte comestible en una avellana.
11. Qué pensáis de la otra teoría, según la cual el Espíritu en un niño se desenvuelve y se cumple en cada período de la vida?
-“El Espíritu es uno y entero en el niño como en el adulto: el desenvolvimiento es inherente a los órganos o instrumentos de la manifestación del Espíritu por intermedio del alma. También aquí, suele tomarse el efecto por la causa”-.
12. Por qué todos los Espíritus no definen el Espíritu de la misma manera?
-“Porque su grado de instrucción no es el mismo en todos. Los hay, todavía, con conocimientos de tal manera escasos, que, al igual que los niños entre vosotros, no comprenden las cosas abstractas; y los hay, siempre como entre vosotros, pseudo-sabios, quienes hacen alardes utilizando palabras altisonantes para impresionar a los simples. Hay que tener en cuenta, también, que aún los Espíritus sabios pueden expresarse en términos diferentes, los cuales, en el fondo comunican el mismo significado, especialmente si vuestro lenguaje es inadecuado para expresarse con claridad y precisión, en cuyo caso deben utilizar figuras, alegorías y comparaciones, las cuales vosotros tomáis por realidades”-.
13. Qué debe entenderse por alma del mundo?
-“El principio universal de la vida y de la inteligencia, de quien emanan las individualidades; empero, quienes se sirven de estas expresiones no se entienden, mayormente, ni siquiera ellos mismos. La palabra alma es de tal manera elástica. Que cada quien la interpreta de acuerdo a sus propias concepciones. Alguno ha llegado hasta a atribuir, también, un alma a la Tierra, queriendo con esto entender el conjunto de Espíritus devotos, que tienen como objetivos cuidar de vosotros, orientando, cuando le prestáis atención, vuestras acciones hacia la buena vía y son, en cierto modo, los vicarios de Dios para vuestro globo”-.
14. Por qué tantos filósofos antiguos y modernos, habiendo debatido tan a fondo en torno a la ciencia psicológica, no han llegado a la verdad?
-“Precursores de la doctrina Espirita eterna, han preparado la vía. Eran seres humanos, y se engañaron, tomando las propias ideas por la luz; empero, sus mismos errores sirven para hacer resaltar la verdad, mostrando el pro y el contra, y por otra parte, entre aquellos errores se encuentran grandes verdades que un estudio comparativo os puede hacer comprender”-.
15. El Espíritu tiene sede determinada y circunscrita en un órgano del cuerpo?
-“No; pero en los genios y en todos aquellos que piensan mucho, reside más particularmente en la cabeza, como reside en la conciencia en quienes sienten mucho y cuyas obras están dedicadas al bien de la humanidad”-.
Qué pensáis de la opinión de quienes ubican el Espíritu en un centro vital?
-“Quisieran decir que el Espíritu reside de preferencia en determinada parte de vuestro organismo, por cuanto allí ubican todas las sensaciones. Pero, quien lo coloca en lo que considera como un centro de la vitalidad, la confunde con el fluido o principio vital. En todo caso, se puede decir que la sede del Espíritu se encuentra más particularmente en los órganos que sirven a las manifestaciones intelectuales y morales”-.
MATERIALISMO
16. Por cuál razón los anatomistas, los fisiólogos y en general quienes estudian, de manera especial, las ciencias naturales, son, frecuentemente, llevados al materialismo?
-“Porque refieren todo a lo que ven: orgullo de los seres humanos, quienes creen de saber todo, y no admiten que existen cosas que puedan sobrepasar su propia inteligencia! Su ciencia le rinde de tal manera presuntuosos que llegan a creer que la naturaleza ya no tiene secretos para ellos”-.
17. No es lamentable que el materialismo sea por lo más consecuencia de estudios, los cuales deberían mostrar al ser humano la superioridad de la inteligencia que gobierna el mundo?
-“No es verdad que el materialismo sea efecto de estos estudios. La culpa es del ser humano, que deduce falsas consecuencias, por cuanto suele abusar de todo, aún de las mejores cosas. Por otra parte, la nada lo aterra más de cuanto quiere aparentar y los Espíritus fuertes son, frecuentemente, más fanfarrones que animosos. Los más son materialistas, solamente porque no tienen con que llenar este vacío; empero, delante del abismo que amenaza de tragárselos, mostradle el ancla salvadora, y ellos se afianzarán satisfechos”-.
Por una aberración del intelecto hay quien no ve en los seres orgánicos sino la acción de la materia, y le refiere todos nuestros actos. Por cuanto no han sabido descubrir en el cuerpo humano más que una maquina eléctrica; han estudiado el mecanismo de la vida solo en las funciones de los órganos; ya que han visto ésta culminar su ciclo vital por la rotura de un hilo, han buscado para ver si quedaba algo y no habiendo encontrado nada más que materia inerte, no habiendo visto al Espíritu partir y no pudiendo agarrarlo al vuelo, por decirlo de alguna manera, han concluido que todo era, únicamente, sustentado por las propiedades de la materia y que, después de la desencarnación, no quedaba otra cosa que la nada: consecuencia desalentadora, si fuese verdadera, por cuanto, entonces, el bien y el mal serían indiferentes y la humanidad, fundada sobre el egoísmo, pondría, por encima de cualquier otra cosa, la satisfacción de los propios placeres, y los lazos sociales serían destruidos, y los más elevados afectos rotos para siempre. Empero, afortunadamente, estas ideas no son generalizadas, ya que en ningún lugar constituyen lo que suele decirse una doctrina. Una sociedad que se afincase sobre estas bases, llevaría, en sí misma, el germen de la propia disolución, y sus miembros se destruirían, recíprocamente, como bestias feroces.
El ser humano siente que con la desencarnación no termina todo para él; siente horror por la nada, y, por cuanto rehúya del pensamiento del porvenir, llegado que sea el momento supremo, no puede dejar de preguntarse que será de él, por cuanto la idea de abandonar la vida sin retorno agota el Espíritu más endurecido. Y, en efectos, quien podría jamás mirar con indiferencia la separación absoluta y eterna de todo lo que ha amado? Quien, sin temor, podría mirar delante de sí el inmensurable abismo de la nada, en el cual desaparecerían para siempre todas sus facultades, todas sus esperanzas, y decirse a sí: Cómo, después de mí, nada más? Nada más que el vacío? Todo, por lo tanto, debe terminar, irreparablemente? Algún día más y después mi memoria debe ser borrada para siempre, también, de la mente de mis queridos seres? Y, de mi estadía en la tierra no quedará ningún vestigio, y será, también, olvidado el bien que habré hecho a ingratos, para rendírmelos benévolos? Y, como compensación de todos los dolores de mi vida, y de las luchas sostenidas por un noble y generoso ideal, nada más que la nada, y ningún otra prospectiva más que la conclusión del presente ciclo de vida?
Oh, cómo estos pensamientos deben llenar el ánimo de incertidumbre!
La Doctrina enseña y la razón lo confirma que no puede ser así. Empero, la existencia futura, vaga e indeterminada, tal como la predican, no satisface las exigencias de una mente ávida de conocimientos concretos, la cual cosa, en muchísimos genera la duda. Decís que tenemos un Espíritu, y sea; empero, qué es este Espíritu? Tiene alguna forma, o apariencia? Es un ser limitado, o indefinido? Hay quien lo quiere un aliento de Dios; quien una chispa del fuego eterno; quien una partícula del Gran Todo, el principio de la vida y de la inteligencia; empero, con cuál ventaja? Y, qué nos importa tener un Espíritu, si después de nosotros habrá de confundirse en la inmensidad como una gota en el océano? La perdida de nuestra personalidad no equivale a la nada, para nosotros? Se pretende que el Espíritu sea inmaterial; pero, una cosa inmaterial no podría tener proporciones definidas; por lo tanto, volvemos a encontrarnos en la nada. La religión, es verdad, nos enseña que seremos felices o infelices según el bien o el mal que hayamos hecho. Pero, cuál es la felicidad que nos espera en el seno de Dios? Una perenne beatitud, una contemplación eterna, sin ningún otro objetivo que cantar alabanzas al Creador? Y, las llamas del infierno, los instrumentos de la pena, son una realidad o una metáfora? La misma religión lo entiende en este último significado. Entonces, cuáles son los sufrimientos antepuestos en forma de amenazas? -Dónde se encuentra el lugar del suplicio? En pocas palabras: qué se hace, qué se ve en aquel mundo de allá, que a todos nos atiende? Aseguran que nadie ha regresado jamás para contarnos al respecto.
A lo cual, responderemos: Os engañáis; la misión del Espiritismo es, precisamente, la de iluminarnos en torno a este porvenir, y de hacérnoslo, casi, tocar con las manos, no más con razonamientos, sino con hechos. Gracias a las comunicaciones espiritas, esto ya no es una hipótesis, una probabilidad que cada quien imagina a su gusto, que los poetas crean con ingeniosas ficciones, describiéndolas con falsas figuras alegóricas; sino una realidad objetiva, por cuanto, los mismos seres de la dimensión espiritual, vienen a describirnos las vivencias de su nueva vida, nos muestras el porvenir que nos está reservado según los propios méritos o deméritos. Es, quizá, ésta, una doctrina de anti-espiritualidad? Parecería lo contrario, por cuanto los incrédulos encuentran en ella la fe, y los tibios, su entrada al fervor y a la confianza. Por lo tanto, el Espiritismo es el más válido auxiliar de la verdadera espiritualidad, y Dios lo concede para reanimar nuestras vagas esperanzas, y para reconducirnos sobre la vía del bien, mediante el conocimiento del porvenir.










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