viernes, 27 de julio de 2012

INSATISFACIONES Y ALEGRÍAS EN LA TIERRA



INSATISFACCIONES
Y ALEGRÍAS EN LA TIERRA

DE: EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS

-Uno de los mejores libros de todos los tiempos.
AUTOR: ALLAN KARDEC

Versión castellana: Giuseppe Isgró C.

Felicidad e infelicidad relativas. Desencarnación de personas queridas. Desilusiones. Ingratitud. Uniones antipáticas. Temor de la desencarnación. Insatisfacción de la vida. Desencarnación voluntaria.

FELICIDAD E INFELICIDAD RELATIVAS

1. Puede el ser humano disfrutar, en la tierra, de una completa felicidad?
-“No, por cuanto ha tenido su existencia como una prueba, o una expiación; pero depende de cada persona dulcificar los males y ser feliz tanto como lo permita el grado evolutivo de vuestro planeta”-.
2.  Se comprende que el ser humano será feliz, también sobre la tierra, cuando la humanidad se haya transformado; pero, mientras tanto, puede cada quien asegurarse, por lo menos, una felicidad relativa?
-“Artífice de la propia felicidad es, frecuentemente, el ser humano mismo. Practicando la ley de Dios, él se evita males innecesarios, y se procura tanta felicidad como sea factible en su existencia”-.
El ser humano convencido de su futuro destino, no ve en la vida corpórea más que una estadía temporal, y considerándola como una momentánea etapa, en un albergue de tránsito, se consuela fácilmente de las breves incomodidades de su viaje, el cual debe conducirle a un estado tanto mejor como lo hayan sido, precedentemente, los preparativos.
Nosotros somos sancionados en la tierra cuando infringimos las leyes de la existencia corpórea, con los males que son las consecuencias de aquellas infracciones y de nuestros excesos. Si nos remontáramos, en forma gradual, hasta el origen de nuestras circunstancias adversas, veríamos que, en su mayor parte, son los efectos de un primer desvío del recto camino.  Por aquella desviación hemos entrado en una falsa vía, cuyas manifestaciones son opuestas a la felicidad.
3. La felicidad en la tierra es relativa a la condición de los seres humanos; lo que es suficiente a la felicidad de uno se encuentra lejos de serlo para la de otro. No habría un grado de felicidad que pudiese ser común a todos los seres humanos?
-“Sí, para la vida material, la posesión de lo necesario; para la vida moral, la buena conciencia y la confianza en el porvenir”-.
4. Cómo considerar lo necesario en el momento que, según los diversos estados sociales, lo que constituye lo superfluo para uno no alcanza a ser lo justo necesario para otro?
-“Decid, más bien, según ideas materiales, los prejuicios, la ambición y los ridículos caprichos, de lo cual el porvenir hará justicia, cuando comprendáis la verdad. De hecho, quien tenía “X” suma de renta, y por las variantes de los ciclos económicos, la ve reducida a la quinta parte, siente sus efectos contractivos, percibiendo que carece de lo necesario, por cuanto no puede darse tantos lujos como antes, manteniendo lo que él denomina su rango; por ejemplo: tener vehículos, personas de servicio doméstico, satisfacer, en pocas palabras, todas sus pasiones. Pero, en verdad, le creéis vosotros, digno de compasión, cuando a su lado hay quienes carecen de alimentos, vivienda y cama en que dormir? El sabio, para ser feliz, mira, siempre, debajo de sí, jamás por encima, a menos que no sea para elevar el Espíritu hacia el infinito”. (Ver Nº 715).
5. Existen algunos males que son independientes de las obras y que alcanzan, también, al más justo de los seres, Hay alguna manera, mediante la cual, una persona se pueda preservar de ellos?
-“No; en tal caso es preciso que se resigne, y si quiere progresar, soportarlos con serenidad. Pero, la persona en particular, siempre tiene un consuelo en su conciencia, que le otorga la esperanza de un mejor porvenir, si hace lo que debe para obtenerlo”-.
6. Por qué Dios favorece con los dones de la fortuna a determinadas personas que parecieran no haberlos merecido?
-“Es un favor a los ojos de quien no ve más que el presente; la fortuna es una prueba, con frecuencia, más peligrosa que la carencia de ella”-.
7. La civilización, creando nuevas necesidades, no es causa de emergentes aflicciones?
-“Los males de este mundo son proporcionales a las necesidades ficticias que os creáis. Quien sabe limitarse en sus deseos, y observa sin envidia por encima de sí, se ahorra no pocos desengaños en esta vida. El más rico no es, ya, quien posee mayores bienes materiales, sino el que tiene menos necesidades. Los que envidian la alegría de quienes, a simple vista, parecen las personas felices de este mundo, ignoran, sin embargo, lo que a ellas le reserva el futuro. Si sólo gozan para sí, son egoístas; experimentarán, a su vez, la adversidad. Más bien, respetadle, deseándoles lo mejor. Dios permite que, en alguna oportunidad, prospere la persona con tendencias menos bondadosas, pero su prosperidad no es un modelo a emular, por cuanto, será equilibrado con lágrimas amargas. Si el justo llora afanoso, es una prueba que se le tomará en cuenta, si la supera con ánimo contento. Recordad las palabras de Jesús: -Bienaventurados aquellos que sufren, por cuanto serán consolados”-.  (Ver Nº 814 y siguientes).
8. Si bien para ser felices, no se precisa lo superfluo, se requiere, sin embargo, lo necesario; entonces, la infelicidad de quienes carecen del mismo, es una realidad?
-“Sí, ya que el ser humano experimenta infelicidad cuando carece de lo necesario para la vida y la salud del cuerpo. Si de esta privación es suya la culpa, precisa asumirlo; pero si es por causa ajena, responderá de ella, en el estricto sentido de la justicia, su autor”-.
9. Con la especialidad de las aptitudes naturales, Dios nos indica, con evidencia, nuestra vocación en este mundo. Muchos males no se derivan del hecho de que nosotros mismos no la seguimos?
-“Es verdad; la mayor parte de las veces son los progenitores, que, por orgullo, o por avaricia, retraen a sus propios hijos fuera de la vía trazada por la naturaleza, y con esta desviación, de la cual habrán de responder, comprometen su felicidad”-.
Entonces, hay que entender que el hijo de una persona  de posición distinguida debería ser un artesano zapatero, si esa fuera su aptitud natural?
-“Nadie os sugiere de exagerar o de caer en el absurdo; también la civilización tiene sus necesidades. Por que debería el hijo de una persona de posición distinguida, como decís vosotros, ser zapatero, como si no tuviese otra vía para rendirse útil en la medida de sus facultades? Por qué no lo aplicáis al revés? No podría, quizá, en vez de ser un mal abogado, convertirse en un buen mecánico, y así sucesivamente?
El desplazamiento de los seres humanos fuera de su círculo intelectual es, sin duda, una de las más frecuentes causas de esperanzas fallidas, La ineptitud para la carrera elegida es fuente de importantes insatisfacciones. Esto, unido al poco comprendido amor propio, le inhibe de buscar rehacerse en una profesión de menor jerarquía, y, algunas veces busca un escapismo a la vida, por lo que él cree, erróneamente, un deshonor, una humillación. Si una educación moral le hubiese desarrollado su autoestima, superando los falsos prejuicios del orgullo, él no habría sido tomado por sorpresa.
10.            Existen algunos que, privados de recursos, aún en medio de la abundancia de los demás, no tienen por perspectiva más que una evasión a la vida. Qué pueden hacer? Deben pasar a mejor vida por los efectos del hambre?
-“Jamás. La persona encontrará siempre la manera de nutrirse, a menos que el orgullo se interponga entre la necesidad y el trabajo. Vosotros decís, con frecuencia: -ningún oficio es malo, no es la posición la que deshonra-; pero estas bellas máximas la decís para los demás, no para vosotros mismos”-.
11.            Es evidente que, sin prejuicios sociales, de los cuales se deja dominar, el ser humano encontraría siempre un determinado trabajo que le daría para vivir; pero, aún entre quienes no tienen prejuicios y que saben como despojarse de ellos, no los hay, quizá, de aquellos que se encuentran en la impotencia de proveer a sus propias necesidades por carencia de salud, u otras causas independientes de su voluntad?
-“En ninguna sociedad ordenada según la ley divina, debe, una persona, abandonar la vida por la carencia de alimentos”-.
Con una constitución social sabia y previsora a ningún ciudadano debería faltarle nada de lo necesario, excepto por propia culpa; pero, con frecuencia, aún sus mismas culpas, constituyen el resultado del ambiente en el cual vive. Cuando el ser humano, habiéndose mejorado practique la verdadera ley de Dios, tendrá un orden social fundado en la justicia y en la fraternidad”-. (Ver Nº 793).
12.             Por qué en la sociedad en la que vivimos las clases que sufren son más numerosas que las felices?
-“Sobre la tierra no existen clases de personas plenamente felices, y aquella felicidad que muchos envidian, esconde, con frecuencia, grandes pesares. El dolor se encuentra en la vivienda de la persona humilde al igual que en el palacio de la persona acaudalada. Aún, en respuesta a vuestra inquietud, es preciso añadir que, entre vosotros, lo que denomináis las clases desheredadas, son más numerosas por cuanto la tierra es un mundo de expiación. En cuanto el ser humano cree el reino del bien y transforme la tierra en  morada de los buenos Espíritus, ella, convertida en un paraíso, albergará, únicamente, personas felices”-.
13.            Por qué razón la fuerza de los malvados prevalece, con frecuencia, en este mundo, sobre la de los buenos?
-“Por la debilidad de éstos. Los malvados son intrigantes y audaces; los buenos, en cambio, tímidos. Pero, cuando ellos lo quieran, tomarán el control de la situación”-.
14.            Dado que el ser humano es, con frecuencia, el artífice de sus insatisfacciones materiales, lo es, también, de las morales?
-“Es así, y aún peor, por cuanto, con frecuencia, las insatisfacciones materiales son independientes de la voluntad, pero el orgullo lastimado, la ambición frustrada, la ansiedad de la avaricia, la envidia, los celos, en suma, todas las pasiones son la tortura del Espíritu. Envidia y celo! Feliz quien desconoce estos gérmenes roedores! Quien resulta afectado por ellos, dejará de tener paz y descanso; los objetos de su codicia, de su odio, de su rencor, los tendrá enfrente como fantasmas, sin darle tregua, y le perseguirán hasta en el sueño. El envidioso y el celoso se encuentran en un continuo estado febril. Es, ésta, una vida soportable? Y, no comprende, el ser humano, que con sus pasiones se crea suplicios atroces, transformando la tierra en un verdadero infierno?
Muchas frases describen enérgicamente los efectos de ciertas pasiones. Se dice de estar hinchado de orgullo, roerse de envidia, consumarse de celos, expresiones no muy lejanas de la verdad. Algunas veces, la envidia se adelanta hasta no tener objeto determinado; existen envidiosos que sufren del bienestar general, y gozan, en cambio, de la carencia, de las públicas calamidades, de los desastres, y finalmente, bellas jornadas en los días de grandes fiestas. Esta es la envidia de los misántropos.
El ser humano, con frecuencia es infeliz sólo por la importancia que le da a las cosas de la tierra. Tan pronto él se sustraiga del estrecho círculo de la vida material, y eleve sus pensamientos hacia el infinito, que es su destino, las vicisitudes de la humanidad les parecerán mezquinas y pueriles, como los fastidios del niño, que llora por la pérdida de un juguete, que era el motivo de su felicidad.
 Quien no ve su felicidad sino en la satisfacción del orgullo y de los apetitos materiales, al no poder llenar dichas necesidades, experimenta infelicidad. En cambio, quien no solicita lo superfluo, está contento de su provisión, que otros tendrían por insuficiente.
Aquí hablamos del ser humano civilizado, porque en las regiones menos adelantadas, con necesidades más limitadas, no tiene los mismos objetos de codicia y angustia, y su manera de ver las cosas es diferente. En el estado de civilización, el ser humano razona sobre sus adversidades y las analizas, y por lo tanto es afectado por ellas en mayor grado; pero, también, puede buscar la consolación y la encontrará, siempre, en el sentimiento de los valores universales, que le imprime esperanza de un porvenir mejor, y en el Espiritismo, -la Doctrina Universal- que le permite adquirir la certeza.
 DESENCARNACIÓN DE PERSONAS QUERIDAS
15.            La desencarnación de nuestros seres queridos, no debe considerarse un pesar verdaderamente más legítimo, por cuanto es una pérdida irreparable, e independiente de nosotros?
-“Esta causa de color golpea tanto al rico como al pobre; prueba y expiación, es una ley común. Que os sea de consuelo el poderos comunicaros con vuestros amigos, como hacéis ahora, esperando de tener otros medios más directos y más accesibles a vuestros sentidos”-.
16.            Muchos, pero, consideran el pedir la comunicación con la dimensión espiritual como una profanación. Qué pensar de éstos?
-“No puede haber profanación donde hay recogimiento, respeto, oportunidad; de hecho, los Espíritus que os aman, responden de buen grado a vuestro llamado, y agradecido de vuestro recuerdo, gozan comunicándose con vosotros. La profanación la cometería quien los evocase con ligereza y con fines menos serios”-.
La posibilidad de entrar en comunicación con los Espíritus es un dulce consuelo, por cuanto nos procura el medio de intercambiar con nuestros parientes y amigos que dejan la tierra antes que nosotros. Por medio de la evocación, ellos se nos acercan, nos acompañan, nos comprenden y nos responden; cesa, por así decirlo, la separación.
Nos ayudan con sus consejos, nos demuestran su afecto, y la alegría de ser recordado. Y nosotros quedamos consolados de saberlos felices, de oír por ellos mismos cuales son las condiciones de su nueva existencia, y de adquirir la certeza de que un día les alcanzaremos.
17.            Qué impresiones hacen los dolores inconsolables de los sobrevivientes, sobre los Espíritus objeto de los mismos?
-“El Espíritu siente agrado de que se le recuerde y del sentimiento de sus seres queridos; pero un dolor sin consuelo, irrazonable, y excesivo, lo entristece, porque observa una carencia de fe en el porvenir y en Dios; por lo tanto es un obstáculo a nuestro progreso moral, que podrá rendir mucho más largo el período de la separación”-.
Porque el Espíritu libre es más feliz que en la tierra, dolerse de su desencarnación es hacerlo con su felicidad.
Dos amigos son prisioneros y encerrados en la misma cárcel, los dos habrán de reconquistar un día su propia libertad; pero uno de ellos la obtiene antes que el otro. Podría, razonablemente, el que queda, lamentarse de la libertad que el amigo ha conquistado antes que él?
No demostraría más egoísmo que afecto desinteresado que su cautiverio continuase, aún, y que sus sufrimientos durasen tanto como los suyos? Lo mismo ocurre con dos seres que se aman en la tierra; quien nos precede en la partida, es liberado antes, y nosotros debemos alegrarnos, esperando con paciencia el momento en el cual, también, seremos liberados.
Otro ejemplo: Tenéis un amigo, que, muy cercano a vosotros, se encuentra en un estado muy penoso, y su salud, o su interés exige que vaya a otro país, donde estará mejor en todos los aspectos. Él, momentáneamente, dejará de estar cerca de vosotros, pero quedaréis en comunicación con él, y la separación no será más que material. Querréis desesperaros de su traslado, cuando esto es por su bienestar?
La Doctrina Espirita, al probarnos, fehacientemente, la vida futura, la presencia en torno a nosotros de nuestros seres queridos, la continuidad de sus afectos, y de sus atenciones, y al proporcionarnos los medios para corresponderles, con ellos nos ofrecen una suprema consolación en la causa más legítima de dolor. Con el Espiritismo, -la Doctrina Universal-, la persona más aislada, tiene, siempre, cerca de sí, verdaderos amigos, con quienes interrelacionarse.
Nosotros soportamos con impaciencia las pruebas de la vida, que nos parecen casi intolerables; todavía, si las habremos soportado con coraje y aceptado la voluntad de Dios, nos alegraremos una vez que hayamos salido de esta terrenal morada, al igual que lo hace el paciente, después de curado, por haberse sometido a un proceso curativo que le resultó incómodo.
DESILUSIONES. INGRATITUD
18.            Las desilusiones, que nos hacen probar la ingratitud y la fragilidad de los vínculos de la amistad, no son, también ellas, fuentes de desasosiego en la conciencia de una persona?
-“Sí; pero es preciso compadecerse de los ingratos y de los amigos infieles; ellos experimentarán, a su vez, en mayor grado que vosotros, la infelicidad. La ingratitud es hija del egoísmo, y el egoísta encontrará, más tarde, conciencias insensibles como la suya. Pensad a todos aquellos que han hecho más bien que vosotros, que habían progresado en mayor grado, y fueron pagados con la ingratitud. Recordad que el mismo Jesús fue escarnecido y vilipendiado, tratado como un inicuo e impostor; y no os maravilléis si ocurre lo mismo con vosotros. El bien que habéis hecho, os será premiado en este mundo, y no miréis a lo que dice y piensa quien lo ha recibido. La ingratitud de los otros es una prueba para vuestra constancia en el bien hacer, del que tendréis la compensación, mientras que, quienes os hayan respondido con ingratitud, experimentarán las consecuencias en grado análogo a su acción”-.
19.            Los desengaños proporcionados por la ingratitud, no parecerían ser hechos de propósito para endurecer la conciencia a los sentimientos de piedad?
-“No, jamás, porque la persona de conciencia sensible se encuentra pagada con el bien que ya ha hecho. Ella sabe que, si los humanos no se recuerdan en esta vida, no lo olvidará Dios en la dimensión espiritual, y que, el ingrato experimentará vergüenza y remordimiento”-.
Pero, esto no impide que se sienta el respectivo efecto en la conciencia; ahora, esto no le puede inspirar la idea de que sería más feliz si fuese menos sensible?
-“Será de esta manera, si prefiere la felicidad del egoísta; pero, no es la más loable. Se persuada, en cambio, de que los amigos ingratos que le abandonan, no son dignos de su amistad, y que han defraudado su confianza, y, entonces, cesará de lamentarse. Más tarde encontrará otros que les comprenderán mejor. Compadeced a quienes se comportan mal hacia vosotros, cuando no lo habéis merecido, por cuanto experimentarán, oportunamente, lo mismo, Empero, no debéis lamentaros, sino mejoraros”-.
La naturaleza le ha dado al ser humano la necesidad de amar, y de ser amado. Una de las mayores dulzuras que les han sido acordadas en la tierra es la de encontrar conciencias que respondan a los sentimientos de la suya, lo que le hace pregustar la felicidad, que le está reservada en el mundo de los Espíritus perfectos, donde todo es amor y benevolencia, alegría suprema, de la que se excluye el egoísta.
UNIONES ANTIPÁTICAS
20.            Por cuanto los Espíritus son conducidos a unirse por la simpatía, cómo es que, en la dimensión física, la afección frecuentemente es de una sola parte, y que el amor más sincero se contracambia, frecuentemente, con la indiferencia, y, también, con la aversión? Y, por qué adviene que el más vivo afecto de dos seres puede cambiar en antipatía, y alguna vez, en odio?
-“Es una sanción. Pero éstos son aquellos que creen amarse perdidamente, por cuanto juzgan las apariencias, y cuando son obligados a convivir juntos, ya tarde se percatan de que aquello era un capricho material! No es suficiente la sola atracción del placer, aún muy intensa, de la persona que creéis de buenas cualidades; es preciso, también, para formarse un recto juicio, la prueba de la continua convivencia. Y, por otra parte, cuantas uniones hay, que, a primera vista parecieran resultar simpáticas, cuando se han conocido bien, y estudiado recíprocamente, terminan por amarse de amor puro y perdurable, por cuanto se fundamenta en el aprecio! No se debe olvidar que, quien ama es el Espíritu, no el cuerpo, y él, disipada que sea la ilusión material, ve la realidad. Existen dos tipos de afecciones: la del cuerpo y la del Espíritu; pero estos afectos frecuentemente se interponen recíprocamente. El afecto del Espíritu, es puro y desinteresado, es durable; el del cuerpo, termina; es esta la razón por la que, con frecuencia, quienes creían amarse de amor eterno, se odian, cuando la ilusión se disipa”-.
21.            La ausencia de simpatía, entre los seres destinados a vivir juntos, no es ella, también, la causa  de grandes insatisfacciones, que perturban toda la existencia?
-“Grandes insatisfacciones, sin duda, pero, de las cuales, generalmente, sois vosotros mismos la causa. Ante de todo, tienen grandes fallas vuestras leyes, por cuanto Dios no os obliga a convivir con personas que os odian, o que os desagradan; y después, en tales uniones, vosotros, no raramente, buscáis más la satisfacción de vuestro orgullo y ambición, que la felicidad de un recíproco afecto; y, entonces sufrís la consecuencia de vuestros errores”-.
Pero, en tal caso no hay, casi siempre, una víctima inocente?
-“Sí, y es para esa persona una expiación; pero su infelicidad recaerá sobre quienes habrán sido la causa. Ella, después, si el Espíritu se ilumina con la luz de la verdad, obtendrá consuelo de su fe en el porvenir. Del resto, a medida que se diluyan los prejuicios, cesarán, también, las causas de esta especie de infelicidad”-.
TEMOR A LA DESENCARNACIÓN
22.            El temor a la desencarnación, es para muchos, causa de desasosiego; ahora bien, de dónde nace aquella aprensión, por cuanto tienen, delante de sí, el porvenir?
-“Están en un error, es verdad, pero, qué queréis? Desde la niñez se busca de persuadirles de que existe un infierno y un paraíso, y de que es mucho más probable que vean el infierno, por cuanto se le enseña que todo lo que se encuentra en la naturaleza constituye un pecado para el Espíritu. Por lo tanto, con los años, si tienen un poco de criterio no lo pueden admitir, se convierten en ateos, o materialistas, y se reducen a creer que, después de la presente vida no hay nada más. Si después persisten en las creencias de la infancia, estarán, siempre, debajo de la preocupación de aquel fuego eterno, en el que experimentan todos sus efectos, sin ser destruidos. La desencarnación no le atemoriza a la persona justa, por cuanto su  confianza le otorga la certeza del porvenir, la esperanza le hace percibir una vida mejor, y la solidaridad, cuya ley ha practicado, que en la dimensión espiritual, no encontrará ningún ser de quien tenga que temer su mirada”-. (Ver Nº 730).
El ser humano más apegado a la vida del cuerpo que a la del Espíritu, tiene sobre la tierra las insatisfacciones y los goces de la materia; su felicidad consiste en la satisfacción fugaz de todos sus deseos. Su Espíritu, siempre preocupado por las cosas de esta vida, sufre por ansiedad y torturas continuas. La desencarnación le aterroriza por cuanto duda de su porvenir, y deja sobre la tierra todas sus afecciones y esperanzas.
La persona moral, que se ha rendido superior a las necesidades ficticias creadas por las pasiones, prueba, en esta tierra, goces desconocidos al humano material. La moderación de sus deseos le concede a su Espíritu la paz y la serenidad. Satisfecho del bien que hace, no conoce desilusiones, y las contrariedades afrontadas no le dejan en el Espíritu ninguna impresión dolorosa.
23.            Algunos no encontrarán estas sugerencias para ser felices sobre la tierra, un poco rudimentarios? No verán lo que ellos denominan lugares comunes, verdad redichas? Y, no dirán que el único secreto para ser felices consista en saber tolerar la propia infelicidad?
-“Muchos pensarán y dirán de esta manera; pero se pueden comparar a determinadas personas a quienes el médico les prescribe la dieta: quisieran curarse sin medicinas, continuando a ingerir alimentos indebidos”-.
INSATISFACCIÓN DE LA VIDA.
DESENCARNACIÓN VOLUNTARIA.
24.            De qué viene en muchos el disgusto de la vida sin un motivo plausible?
-“Del ocio, de la falta de fe, y, con frecuencia, de la saciedad. Para quien ejercita sus facultades con un fin útil y según sus aptitudes naturales, el trabajo no resulta penoso, y la vida transcurre sosegadamente. Él soporta las adversidades con tanta paciencia y resignación, cuanto mayor es su fe en la felicidad más genuina y perdurable, que le espera”-.
25.            Tiene, el ser humano, el derecho de disponer de su vida? –“No; este derecho es de Dios. La desencarnación voluntaria es una violación de la ley de conservación”-.
La auto-desencarnación no es siempre voluntaria?
-“La persona con falta de juicio, que la provoca, no sabe lo que se hace”-.
26.            Qué pensar de quienes provocan la desencarnación voluntaria por insatisfacción de la vida?
-“Insensatos! Por qué no se centraron en el trabajo? No habrían encontrado gravosa la existencia”-.
27.            Y. de quienes provocan la desencarnación voluntaria para sustraerse a las miserias y a los desengaños de este mundo?
-“Pobres Espíritus, que no tienen el coraje de soportar los afanes de la existencia! Dios ayuda a quien sufre, pero no a quien le falta el ánimo y la fuerza. Las tribulaciones de la vida son pruebas, o expiaciones; dichosos los que toleran sin murmurar, por cuanto serán recompensados! Desdichados, en cambio, quienes atienden su propio bienestar de lo que, en su impiedad, denominan casualidad o fortuna! La casualidad o la fortuna, para valerme de su propio lenguaje, pueden, es verdad, favorecerles, alguna vez; pero, para qué prueben, más tarde, y más cruelmente, la desilusión de haber confiado en cosas vanas”-.
Aquellos que han conducidos a los infelices a un tal estado de desesperación, sufrirán las consecuencia inherentes?
-“OH, lo que le espera, a esos desdichados! Responderán de ello como de un homicidio”-.
28.            El ser humano que, exigido por la necesidad, en un estado de desesperación provoca su paso a la dimensión espiritual, puede considerarse esto como desencarnación voluntaria?
-“Es, propiamente, eso; pero quien le induce a aquel paso, o podría impedirlo o no lo hace, tendrá mayor castigo que él, que encontrará indulgencia. Pero, no vayáis a creer que él quedará del todo impune, enteramente absuelto, donde haya demostrado falta de firmeza y de perseverancia, y no haya hecho uso de todas sus fuerzas y facultades para sustraerse al atolladero. Mesquino él, si después su desesperación ha sido determinada por el orgullo, es decir, si él se lanzó a dar ese paso cediendo a falsos prejuicios, los cuales hacen creer que una persona que ya ha vivido en la opulencia no pueda vivir con el trabajo de sus manos, y que sea preferible pasar a mejor vida por acción del hambre, en vez de degradarse a vivir en una condición más modesta que la precedente. No es, quizá, cien veces más noble y digno actuar para vencer la adversidad, y despreciar la crítica de un mundo vano y egoísta, que no es devoto sino a quienes le ríe la fortuna, y os voltea las espaldas cuando os encontráis en necesidad? Sacrificar la propia vida a los prejuicios de este mundo es una insensatez, por cuanto el mundo no tiene cuenta de estos sacrificios, de los cuales no recaba ninguna ventaja”-.
29.            Quien fuerza su paso a la dimensión espiritual para escapar a la vergüenza de haber cometido un delito, es reprobable al igual que aquel que lo hace por efecto de la desesperación?
-“La desencarnación voluntaria no cancela la culpa; al contrario, le agrega otra mayor. Como se tuvo el valor de hacer el mal, se necesita, también, tenerlo para asumir las consecuencias. Pero Dios juzga con absoluta justicia, y puede, de acuerdo con la causa, equiparar el grado de su severidad”-.
30.            La desencarnación voluntaria es excusable, cuando la persona tiene por fin evitar que la vergüenza recaiga sobre los hijos, o la familia?
-“Quien la provoque, incurre en un error, pero cree hacerlo bien, y Dios lo tendrá en cuenta, por cuanto es una expiación, que se impone por sí mismo. Él atenúa su culpa con la intención, pero, todavía, la culpa siempre es culpa. Del resto, abolid los abusos en la sociedad y vuestros prejuicios, y no tendréis más este tipo de casos”-.
Quien pasa voluntariamente a la dimensión espiritual para escapar a la vergüenza de una incorrecta acción, demuestra de temer más a la estimación de los semejantes que al amor de Dios, y lo hace con el peso de su iniquidad, por cuanto, realizando ese acto, se privó del medio de reparar el mal hecho, y así purificarse. Dios, frecuentemente, es menos inexorable que los seres humanos, perdona el sincero arrepentimiento y aprecia la reparación: pero, en estos casos, la persona no repara nada.
31.            Qué se debe pensar de quien voluntariamente pasa a la dimensión espiritual, con la esperanza de alcanzar más rápidamente una vida mejor?
-“Insensatez! Haga el bien, y entonces podrá estar seguro de que llegará, mientra que, de esta manera, él mismo retarda su entrada en un mundo mejor, por cuanto él mismo estará obligado de solicitar su regreso a la dimensión física para terminar aquella vida, que se troncó por una falsa idea. Una culpa, cualquiera que sea, no abre jamás el acceso al recinto de los elegidos”-.
32.            El sacrificio de la propia vida no es meritorio cuando es realizado para salvar a otro, o para ser útil, de alguna manera, a sus semejantes?
-“El sacrificio de la propia vida para el bien de los demás no constituye un auto-desencarnación, sino un acto sublime, si verdaderamente es útil, y no se encuentra ofuscado por el orgullo. Un sacrificio, mientras más desinteresado sea, tanto más meritorio es; si, en el fondo, quien lo ejecuta, tiene fines secretos, a nivel personal, entonces merma su valor a los ojos de Dios”-.
Cada sacrificio a cargo del propio bien es un acto supremamente meritorio a los ojos de Dios, porque es la práctica de la ley de solidaridad. Dado que, la vida es el bien máximo que el ser humano posee en la tierra, quien renuncia a ella en beneficio de sus semejantes no comete una culpa, sino que, cumple un sacrificio sublime; solamente, antes de realizarlo, debe considerar si su vida no sea más útil en esta dimensión que en la otra.
33.            La persona que pasa a mejor vida victima del abuso de sus pasiones, que, como ella sabe, acelerarán ese paso de una a otra dimensión, pero que, ya no posee más fuerzas para resistir, por cuanto el hábito las ha convertido en verdaderas necesidades físicas, comete una desencarnación voluntaria?
-“Es un auto-aniquilamiento moral. No observáis que la persona, en este caso, es doblemente culpable? Carencia de coraje y bestialidad de una parte, y de la otra, desconocimiento de Dios”-.
Es más o menos culpable de aquel que fuerza su paso a la dimensión espiritual por un acto de desesperación?
-“Mucho más, por cuanto tiene el tiempo para reflexionar sobre el acto en cuestión, mientras que, quien lo hace por el ímpetu de una pasión, se encuentra en una especie de aberración que linda en la locura. El castigo, por lo tanto, será mucho más severo, por cuanto las penas son siempre en grado proporcional a la conciencia de las culpas, que tiene quien las comete”-.
34.            Dado el caso de que una persona se vea delante de un fin cierto y terrible, sería culpable si abrevia unos instantes sus dolores con una desencarnación voluntaria?
-“Es siempre un acto culpable no esperar el término establecido por Dios. Del resto, quién lo asegura que este término haya llegado y que él no pueda recibir una asistencia inesperada en el último momento?”
Se comprende que, en las circunstancias ordinarias, la desencarnación voluntaria es un delito; pero, cuando ella sea inevitable, y la vida no se abrevie más que de muy breve tiempo?
-“Es siempre una falta de resignación y de sometimiento a la voluntad del Creador”-.
Cuáles son, en tal caso, las consecuencias de la desencarnación voluntaria?
-“Una expiación proporcional, como siempre, a la gravedad de la culpa, según las circunstancias”-.
35.            Una imprudencia que ponga en riesgo la vida, sin necesidad, es un delito?
-“No hay culpa, donde no haya habido intención, o conciencia positiva de hacer el mal”·-.
36.            Las mujeres, que, en ciertos casos, se creman con el cuerpo del marido, ese acto es calificado como una desencarnación voluntaria, y, por ello, asumen las respectivas consecuencias?
-“Ellas obedecen a un prejuicio, y con frecuencia lo hacen porque son obligadas a hacerlo, no por propia voluntad. Creen de cumplir con un deber, lo cual elimina toda idea de desencarnación voluntaria. Tienen una excusa en la nulidad moral en que, normalmente, han crecido, y en su propia ignorancia. Aquellas bárbaras costumbres han desaparecido a la luz de la civilización”-.
37.            Quienes, no pudiendo soportar la desencarnación de personas amadas, desencarnan voluntariamente con la esperanza de reunírseles, logran hacerlo?
-“Obtienen el efecto opuesto; en vez de reunirse con el objeto de su afección, se le alejan por más largo tiempo, por cuanto Dios no puede recompensar un acto de debilidad y el ultraje que le hace dudando de su Providencia. Pagarán su locura con afanes más graves de lo que estiman de abreviar, y sin el consuelo de la esperanza, que tenían antes”-. (Ver Nº 934 y siguientes).
38.            Cuáles son, en general, las consecuencias de la desencarnación voluntaria sobre el estado del Espíritu?
-Muy dispares, según los casos; no hay penas preestabilizas, por cuanto esas son, siempre, relativas a las causas de la culpa; pero la consecuencia a la cual ningún Espíritu que haya incurrido, en la dimensión física, en un acto de esa naturaleza, es el desengaño. (Ver Nº 155 – 165). Del resto, la suerte no es igual para todos, la cual depende de las circunstancias; algunos expían el propio delito inmediatamente; otros en una nueva existencia que será peor de la  que han interrumpido el curso”-.
Y, en verdad, la observación muestra como las consecuencias de la desencarnación voluntaria no son siempre las mismas; las hay, pero, comunes a todos los casos de desencarnación violenta o súbita interrupción de la vida. La más común, entre estas, la persistencia más larga y tenaz de ligamen, que une el Espíritu con el cuerpo, porque, casi siempre, él se encuentra en toda su vitalidad al momento en que ocurre el acto, mientras que, en la desencarnación natural, se debilita gradualmente, y, con frecuencia, separado antes de que la vida se haya extinguido del todo. Efectos de un tal estado de cosas son el prolongar la turbación del Espíritu, y después, de la ilusión, por la cual, por un tiempo más o menos largo, el Espíritu cree de pertenecer, todavía, al numero de los encarnados.
La afinidad que persiste entre el Espíritu y el cuerpo, produce en algunos que han forzado su paso a la dimensión espiritual, una especie de repercusión del estado del cuerpo sobre el Espíritu, que siente, en contra de su voluntad, los efectos de la descomposición, experimentando la angustia y el horror, y este estado puede durar tanto tiempo como el que faltaba para concluir aquel ciclo de vida. Este efecto no es en general; pero, en ningún caso la desencarnación voluntaria queda inmune de las consecuencias de su vileza, y, antes o después, expía su culpa de una manera u otra. De esta manera, algunos Espíritus, quienes fueron muy infelices en la tierra, han dicho que han incurrido en la auto-desencarnación, en la precedente existencia, y después, se sometieron a nuevas pruebas, con la finalidad de soportarlas con mayor resignación. En algunos se observa una especie de apego a la materia, del cual buscan, en vano, de liberarse, para remontarse hacia mundos mejores, cuyo acceso, todavía, les es prohibido. La mayoría lamenta el error en que incurrieron, considerándolo un acto inútil, y derivando del mismo, la amargura de la desilusión.                                          
Todas las corrientes espirituales, la moral y las filosofías, condenan la desencarnación voluntaria, como un acto contrario a las leyes de la naturaleza; todas nos dicen, consensualmente, de que nadie tiene el derecho de abreviar voluntariamente su existencia. Por qué no tiene, el ser humano, este derecho? Por qué no es libre de poner un término a sus sufrimientos? Era una misión reservada al Espiritismo, -la Doctrina Universal-, la de demostrar, con el ejemplo de  aquellos que sucumbieron, que la desencarnación voluntaria no solamente es un acto culpable, considerado como infracción de una ley moral, cosa que, para algunos podría no tener gran importancia, sino, además, una estulticia, con la cual, lejos de ganar, se pierde. El Espiritismo, -la Doctrina Universal-, no nos enseña, únicamente, la teoría; sino que, nos pone a la vista, los hechos”-.




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