LA OBRA CUMBRE
DEL PENSAMIENTO UNIVERSAL:
El libro de los Espíritus, de Allan Kardec
©GIUSEPPE ISGRÓ C.
Corría el año 1962, aquel joven de quince años era un asiduo visitante de una librería que aún se encuentra en Barcelona, con el nombre: La exposición del libro. Allí adquirió, una tras otra, todas las obras de Allan Kardec, por propia iniciativa.
El dueño de aquel negocio, le dijo un día que iba muy rápido en ese tipo de lectura. Pero, el joven sabía lo que hacía: allí mismo adquirió muchas otras obras, que son verdaderas joyas, como La conducta en la vida, de Alexis Carrel, La historia de la ciencia, de Charles Singer, una vida de Aristóteles, de Jaeger, Las fuerzas Morales, de José Ingenieros, entre otras.
-Por qué le apasionó tanto aquel Libro de los espíritus, al chaval?
Él veía allí reflejada la vida misma, y contenía las respuestas de ciertas preguntas que se formulaba sobre el sentido existencial; encontraba, también, preguntas que ni siquiera había pensado formularse, con sus respectivas respuestas, que le ampliaban la visión panorámica de la vida.
Con entusiasmo, les hablaba a sus amigos del maravilloso Libro de los Espíritus, y éstos le miraban asombrados. No era usual que un chaval de 15 años leyese este tipo de literatura, en ese ambiente.
El joven optó por ser más reservado, pero siguió estudiando las obras de Kardec, más las de Amalia Domingo Soler, las de León Denis, la de José Amigo y Pellicer, una rara joya intitulada “Roma y El Evangelio”. También, el dueño de otra librería, la “Colón”, de Puerto La Cruz, Venezuela, le habló de Joaquín Trincado, de quien, finalmente, consiguió sus libros y visitó algunas de sus Cátedras. Allí conoció, afortunadamente, gente interesada en la Doctrina Universal, que hablaban su mismo lenguaje y compartían su predilección por tan excelente enseñanzas. Podría decirse que esa época representó una pequeña edad de oro, por la inmensa cantidad de personas que, de muy buen nivel intelectual, se ocupaban del estudio de la Doctrina.
Con los años, aquel joven comenzó a incursionar en otros tipos de lecturas, ingresar en otras corrientes de pensamiento, a estudiar su bachillerato de noche, mientras trabajaba de día. Cursaría, también, una Licenciatura en Derecho.
La relectura del magno libro, a través de los años, le mantuvo intacta la percepción de que, El Libro de los Espíritus, era una obra de actual vigencia y esencial para la formación integral del ser humano. Si tomamos en cuenta de que en la biblioteca personal de aquel joven ha habido una extensa gama de libros en todos los ámbitos del saber humano, quizá no sea poca cosa, que después de 52 años, y del respectivo análisis comparativo, siga pensando de que El Libro de los Espíritus es una obra fundamental para la humanidad, de análoga importancia que la Odisea, de Homero, La República, de Platón, Las Vidas Paralelas y Moralia, de Plutarco, La Ética, de Aristóteles, Las Enneadas, de Plotino, Las Meditaciones, Marco Aurelio, el Tao Te King, de Lao Tse, El Noble Sendero Óctuple, de Sidharta Gautama, Los Cinco Libros, de Confucio, El tratado de las Luces, de Ibn Arabi, la Guía de los perplejos, de Moisés Maimonides, el Quijote, de Cervantes, La Incógnita del Hombre, de Alexis Carrel, La Crisis espiritual del hombre, de Paul Brunton, La Doctrina Secreta, de Helena P. Blavasky, El Corán, de Mahoma, Las Leyes del Éxito, de Napoleón Hill, El problema del Ser y del Destino, de León Denis, El tratado sobre la igualdad, de Concepción Arenal, Hechos que prueban, de Amalia Domingo Soler, Los Ensayos, de Ralph Waldo Emersón, y la Autobiografía, de Benjamín Franklin, entre otras obras fundamentales y de obligada lectura.
Con todo, El libro de los Espíritus trasciende cualquier otra obra en cuanto a los alcances de las respuestas que contiene de las cuestiones planteadas, en torno a Dios, a los valores universales, a las leyes divinas, a la educación moral de la humanidad, a la comprensión de las desigualdades entre los seres humanos, a la pluralidad de existencias y la ley de reencarnación y principios inherentes; la pluralidad de mundos habitados, ampliando la perspectiva universal de la vida, la respuesta a los grandes enigmas de la historia, y una inmensa cantidad de aspectos esenciales, en más de un millar de preguntas planteadas por uno de los pedagogos más lúcidos del siglo XIX, en Francia, como lo fue el profesor Hipolite León Denizard Rivail, mejor conocido como Allan Kardec.
Todas esas preguntas inteligentes planteadas por Allan Kardec, en torno a las principales inquietudes del ser humano, sintetizando, al mismo tiempo, los aspectos básicos por todas las ciencias, por el Derecho Positivo, por la Filosofía, por la Ética, por la historia, por la Metafísica y por la más depurada espiritualidad, que hablan a la inteligencia elevada del ser humano, aportan las respuestas precisas, de fácil comprensión, de los Espíritus interlocutores que le asisten en su trabajo y en la misión que le ha sido confiada.
Recordemos que, El libro de los Espíritus, es una obra elaborada en forma análoga en que lo fueran las enseñanzas de los “oidores” de la antigua India, conocidas como los Vedas, los Upanishads, las Leyes de Manú, el Bagavad Gita, entre otros, es decir: recibidas por intermedio de “sensitivos” a través de los cuales se expresan “entes” de la dimensión espiritual, mejor dicho: Espíritus. En este caso, de muy buen nivel evolutivo.
Vemos como, a cada respuesta, el prof. Rivail le vuelve a plantear preguntas interrelacionadas, denotando con ello su anhelo de profundizar aún más, que no se conforma con una simple respuesta. Vuelve a reformular las preguntas de diversas maneras, buscando sacarle mayor “sustancia”.
Cuando considera que su propia experiencia puede aportar una mayor amplitud a la explicación dada por los Espíritus comunicantes, comenta determinadas respuestas. Sus comentarios denotan al pensador profundo, al pedagogo avezado, que rinde fácil cualquier tema por complejo que pueda parecer. Nos sorprenden, agradablemente, sus comentarios sobre Derecho, Filosofía y Axiología, -ciencia de los valores-, sobre Economía, -denotando conocer la obra de Adam Smith, y otros grandes economistas-, Desarrollo personal, Historia, y, virtualmente, cualquier tema de la cultura universal. Estamos en presencia de una de las mentes más brillantes del siglo XIX, y una de las más importantes de todos los tiempos.
La obra kardecista trasciende la de cualquier otro pensador, o profeta, cosa fácilmente observable si uno se detiene un poco a estudiarla en el contexto de la cultura universal.
Si El Libro de los Espíritus contiene las respuestas inteligentes a los más complejos temas de la inquietud humana, es porque alguien supo plantear las preguntas fundamentales sobre la extensa gama de inquietudes que el ser humano, de todos los tiempos, se ha formulado.
Esas preguntas, planteadas por Allan Kardec, en El Libro de los Espíritus, siguen siendo claves para el conocimiento de los temas esenciales que interesan a todo el género humano.
Si bien es cierto que, desde la época de Kardec, la ciencia y la filosofía han avanzado a pasos agigantados como antes jamás lo habían hecho, también lo es que la obra kardeciana contribuyó a fundamentar una nueva era que plasmaba en mayor grado los ideales de los humanistas del siglo XIV, y de los grandes pensadores del Renacimiento.
Esa concepción humanista de volver la mirada a los orígenes, a la cultura clásica, a la ciencia y a la filosofía olvidada de la edad de oro griega, Allan Kardec la realiza con una amplitud incomparable, volviendo la atención a temas virtualmente olvidados durante la edad media, como: la Reencarnación, la interrelación de la dimensión espiritual con la física, aportando un conocimiento preciso de las facultades espirituales del Ser humano como ningún otro pensador lo hizo jamás en tiempo pasado. EL LIBRO DE LOS MEDIUMS, es la mejor obra de todos los tiempos, hasta ahora, en torno a las facultades espirituales del ser humano y su óptimo desarrollo.
Quién podría mencionar una obra, en cualquier época de la historia, que se pueda comparar con EL LIBRO DE LOS MEDIUMS? La psiquiatría, la psicología y la ciencia médica volcarán sus miradas a esa obra y aplicarán sus enseñanzas, en mayor grado, aún, en el futuro. La salud mental de la humanidad estaría en mejores condiciones de las que lo ha permitido su enfoque exclusivamente físico-químico, ignorando la causa espiritual inherente y el desarrollo de las facultades sensitivas del ser humano, cuyo control, y uso, precisa aprenderse.
El Libro de los Espíritus, junto con la Odisea, que contribuyó a forjar la edad de oro griega y el Quijote, en el cual el genio inmortal de Cervantes plasmó una enseñanza para todos los tiempos, es la obra fundamental para la educación esencial del ser humano, en la preparación de la nueva edad de oro, que, seguramente, se plasmará en torno al año 30.000 de nuestra era.
Pero, qué decir de las obras kardecianas: CIELO E INFIERNO, GÉNESIS, EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPÍRITISMO, LAS REVISTAS ESPÍRITAS, EL VIAJE ESPÍRITA, y el resto de sus escritos?
Encontrándose en torno a una fuente llena de tesoros, muchos estudiantes de la Doctrina, a nivel mundial, están comenzando a estudiar más profundamente las obras de Kardec, por cuanto ahora, más que antes, se está redescubriendo su auténtico valor.
La obra kardeciana, sigue siendo la esencia de la Doctrina. El profesor Giorgio Di Simone, de la Universidad de Nápoles, autor del “Reportaje de la Dimensión X”, -de excelente nivel- que, en el momento de su publicación aspiraba a ser la continuación del Libro de Los Espíritus, calificaba a la obra kardeciana de un nivel de escuela media, lo cual no deja de ser una excelente calificación. Cuántos, a nivel mundial, en los estudios relativos a los aspectos esenciales del ser humano, de la vida, y del universo, se encuentran a nivel de las escuelas medias? La inmensa mayoría de seres humanos, en cualquier nivel socio-económico, en esta temática, no pasa, salvo excepciones, de los grados elementales.
Que, de acuerdo con Di Simone, Kardec represente un nivel equivalente al bachillerato, habiendo sido un pionero en el siglo XIX, significa que el grueso de la humanidad aún debe pasar por las obras de Kardec, para ascender a los niveles equivalentes a la universidad, en lo tocante a la Doctrina Universal.
Empero, si tomamos en cuenta de que en ningún nivel universitario ni científico, excepto las investigaciones de PARAPSICOLOGIA, REENCARNACIÓN y LOS SUEÑOS, se ha desarrollado una obra de los alcances de la del prof. Rivail, podría concluirse de que la obra kardeciana trasciende no solamente el nivel de bachillerato, sino el nivel académico actual. Pero, en su amplitud, la Doctrina se adecua a todos los niveles de comprensión, desde el más elemental hasta el más exigente.
La obra kardeciana contiene las enseñanzas suficientes, lúcidas, con claridad meridiana, para borrar de las mentes del 80% de la población mundial, el 80% de los errores en que vive sumergida la humanidad, en todos los ámbitos existenciales. El otro 20% no tiene problemas.
Si la Doctrina Espirita, ha sido capaz de aunar, albergar y alimentar a las mentes más brillantes del siglo XIX, del XX, y de lo que va del actual, es porque tiene los elementos esenciales que satisfacen a las mentes más exigentes que han venido al planeta tierra, en estos últimos trescientos años.
Quien se tome el interés de estudiarla, en forma asidua, se quedará agradablemente sorprendido por las bondades, y profundidades, de la misma.
Es cierto que las respuestas son susceptibles de ser ampliadas. Al respecto, el maestro mismo sugirió estar al tanto de los avances de la ciencia, para irse adecuando al progreso, según los tiempos. Pero, las preguntas claves formuladas por Allan Kardec, siguen siendo fundamentales. Pensadores del calibre de Kardec, al igual que Platón, en sus enfoques, seguirán vigentes, en líneas generales, en sus geniales concepciones de la verdad universal.
Caso contrario, habría que preguntarse: -Entonces, porque han transcurrido 24 siglos desde Platón, su obra ya no es digna de estudio? Cuántas personas, a nivel mundial conocen bien la obra de Platón? Cien, mil, dos mil, diez mil, cien mil?
Busque alguien mil personas, a nivel mundial, y trate de juntarlas, que conozcan la obra de Platón, en profundidad. No le será muy fácil. Podría hacerse, también, esta otra pregunta: -Cuántas personas, conocen a fondo el Quijote, o la obra de Alfonso X El Sabio? Las encuestas, al respecto, indican resultados análogos. Si escudriñáramos, con método socráticos, en torno a EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, los resultados no serían diferentes. Cuanto más con las obras Génesis y Cielo e Infierno. En las corrientes espiritas no kardecistas, en su inmensa mayoría precisan leerlas. Pero, debe estimularse su profundización en el estudio de las mismas, en todos los ámbitos.
Las gentes cultas, libres pensadoras, de mente abiertas, y anhelosas de conocer a fondo las respuestas esenciales sobre el sentido de la vida en el planeta tierra, al acercarse a la obra de kardec, se sorprenden agradablemente, y se avocan a su estudio. Es significativo ver el número creciente de abogados, profesionales de diversas disciplinas, y personas de distintas inquietudes, que se están avocando al estudio de El libro de los Espíritus, a raíz de recibir los envíos semanales que el autor de este artículo realiza a personas de diversos países, de los respectivos capítulos que ha ido traduciendo, en una versión castellana reciente, aún en revisión.
De este interés creciente, surge un propósito que comparten gran número de personas: hacer una campaña mundial para que El libro de los Espíritus sea mundialmente “conocido” y estudiado en profundidad.
Es preciso promover su lectura, su estudio en grupo, y el desarrollo de las respuestas que contiene dicha obra, con comentarios exegéticos. Que cada persona comente cada parte del libro que conozca bien. Que divulgue ese conocimiento por medio de artículos de prensa, programas de radio, de televisión, talleres, charlas, e-mails y lecturas en grupos de cinco, siete, diez o quince personas. Que cada integrante del grupo, una vez terminado el ciclo de lecturas del libro, forme, a su vez, un nuevo grupo, hasta proyectarlo ilimitadamente.
Conozcamos El libro de los Espíritus tan a fondo como un erudito lo hace con la temática de su disciplina. Seamos conocedores profundos de la obra del maestro, pero, también, de todas las obras que conforman el acervo cultural de la humanidad. Paralelamente, irán surgiendo, en la propia mente, las ideas intuitivas y las inspiraciones que aporten el conocimiento esencial de acuerdo con la inquietud de los tiempos en que el lector estudie la obra. La conexión mental con el autor del Libro de los Espíritus, y los demás lectores, así como con las mentes que, a nivel de la ecología mental, comparten este mismo orden de ideas, canalizarán las ideas creativas que los tiempos precisen.
Que formen parte de nuestras lecturas: Homero, Platón, Plutarco, Emerson, Plotino, Marsilio Ficino, Paul Brunton, Alexis Carrel, Goethe, Ibn Jaldún, Ibn Arabi, Rumi, Confucio, Jung, Alfonso Reyes, Arturo Uslar Pietri, Giuseppe Mazzini, Cervantes, Francis Bacon, Victor Hugo, Amalia Domingo Soler, León Denis, José Ingenieros, y un largo etcétera. Todos nos pertenecen por igual.
Es un buen momento para asumir el propósito de formar, sistemática y asiduamente, a nivel presencial o por Internet, grupos de lecturas de EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, una de las mejores obras cumbres del pensamiento universal.
Adelante.