lunes, 14 de noviembre de 2011

PERFECCIÓN MORAL




Capítulo XXVII

PERFECCIÓN MORAL

Autor: Allan Kardec

Versión castellana
y comentarios exegéticos:
©Giuseppe Isgró C.


PERFECCIÓN MORAL

V
irtudes y Vicios. El Principio de las Pasiones. Egoísmo. Características de la Persona de bien. Conocimiento de sí.

VIRTUDES Y VICIOS

893.    ¿Cuál es la virtud de mayor mérito?
-“Todas las virtudes tienen mérito, por cuanto todas son expresiones de progreso en la vía del bien. Virtud es toda resistencia voluntaria a los estímulos de las imperfectas inclinaciones; pero lo sublime de la virtud reside en el sacrificio del interés personal por el bien del prójimo, sin un segundo fin. La virtud más meritoria es aquella que se funda sobre la más desinteresada solidaridad.
894.       Algunos hacen el bien por impulso espontáneo sin tener que confrontar sentimientos opuestos; ¿tienen, ellos, el mismo mérito que aquellos a quienes les toca imponerse sobre sus propios instintos, y lograr dominarlos?
-“En quienes no precisan más ese tipo de confrontación, se ha cumplido ya el progreso inherente, por lo cual, a ellos los buenos sentimientos no les exigen esfuerzo alguno, y las buenas obras les parecen de fácil realización; para ellos el bien se ha convertido en un hábito; deben ser, por lo tanto, honrados como hábiles veteranos que han conquistado su grado en pleno campo de acción. Dado que, el ser humano se encuentra, aún, distante de la perfección, aquellos ejemplos sorprenden por el contraste, y se les admira tanto más por ser raros; pero sabed que en los mundos más avanzados que el vuestro, lo que entre vosotros es la excepción, allí es la regla. El sentimiento del bien es espontáneo, porque son habitados por buenos Espíritus, y una sola intención nociva sería una singularidad monstruosa. Por lo cual los seres humanos viven felices. Será así, también, sobre la tierra, cuando la humanidad se haya transformado, comprendiendo y practicando el amor en su verdadero significado”-.
895.       Aparte de los defectos y de los vicios, en torno a los cuales nadie puede engañarse, cuál es el signo más característico de la imperfección moral?
-“El interés personal. Las cualidades morales son, frecuentemente, como el dorado sobre un objeto de bronce que no resiste la piedra de toque. Alguien puede estar dotado de cualidades reales, que le convierten, para el mundo, en una persona de bien; pero éstas, aunque impliquen un progreso, no resisten, siempre, a ciertas pruebas y, alguna vez es suficiente tocar la cuerda del interés personal para descubrir la realidad. Sin embargo, el verdadero desinterés es de tal manera raro sobre la tierra, que, si se os muestra, lo admiráis como una rareza. El apego desmesurado a las cosas materiales es un indicio de notoria inferioridad, porque, cuanto más el ser humano se aferra a los bienes de este mundo, tanto menos comprende su destino, mientras que, en sentido contrario, con el desinterés, demuestra que él ve el porvenir desde un punto de vista más elevado”-.
EXÉGESIS: Percepción llena de gran agudeza, en la respuesta que obtiene el Maestro Allan Kardec, a la pregunta formulada, cuando expresa, al inicio de la misma: -"El interés personal". Luego, se agrega: -"El apego desmesurado a las cosas materiales es un indicio de notoria inferioridad...". Al final de la respuesta, agrega: -"..con el desinterés, demuestra que él ve el porvenir desde un punto de vista más elevado”-.
El desapego, es, ciertamente, una de las cualidades que reflejan el perfecto autodominio de las personas, cualidad ésta, que denota el desarrollo superior del carácter. Empero, este autodominio, para poseerlo, implica la práctica de la templanza como virtud. Pero, la templanza, para que pueda expresarse, precisa el cumplimiento de los demás valores universales, como el amor, la prudencia, la justicia, la equidad, cuando se aplica, la compensación, el equilibrio, el respeto, la compasión, el perdón. Solamente enmarcando los propios pensamientos, sentimientos, palabras y actos en los parámetros de los valores universales esenciales, es posible que por encima del interés personal predomine el sentimiento de lo justo y el cumplimiento del propio deber, para hacer valer el derecho inherente. La virtud de la vergüenza sigue siendo el freno esencial para que, cada persona, pueda mantenerse dentro de los límites del recto camino, es decir: rectos medios de sustentamiento de vida, de decisiones, de acciones, de esfuerzo y de atención, entre otros importantes aspectos esenciales.
La educación en los valores universales, que se precisa impartir desde la más tierna edad, desde el propio hogar, y en la escuela, desde el inicio de los estudios, es lo que determinará que las nuevas generaciones emerjan con una comprensión de los límites de la prudencia y de la aplicación de la justicia en todo lo que se realiza: justicia para los demás, pero, también, para sí, acorde con la conciencia de la propia dignidad personal, o autoestima y/o auto-concepto.
896.       Aparte de los defectos y de los vicios, en torno a los cuales nadie puede engañarse, cuál es el signo más característico de la imperfección moral?
-“Tienen el mérito del desinterés, pero no el del bien que podrían hacer. Si el desinterés es una virtud, la prodigalidad irreflexiva es siempre, por lo menos, una ausencia de criterio.  La riqueza no es dada, ni a algunos, para que la boten al viento, ni a otros, para que la encierren en un arca; ella es un depósito del cual todos tendrán que rendir cuenta, por cuanto tendrán que responder del bien que podían haber hecho, y dejaron de hacerlo, y de las lagrimas que habrían podido secar con el oro dado a quienes no lo necesitaban”-.

897.       Aquel que hace el bien, no por la idea de una recompensa sobre la tierra, sino con la esperanza de que se le tomará en cuenta en la otra vida, es reprobable ese pensamiento? Le afecta su progreso? (Ver Nº 894).
-“Es preciso hacer el bien por solidaridad, es decir, con desinterés”-.
Todavía cada quien desea, naturalmente, para emanciparse del estado menos feliz de esta vida, y los mismos Espíritus nos enseñan a practicar el bien con este fin; es, por lo tanto, indebido pensar que haciendo el bien en esta dimensión física, se estará mejor en la espiritual?
-“No ciertamente; pero quien hace el bien sin fines secundarios, y por el solo placer de agradar a Dios y a su prójimo que sufre, se encuentra, ya, a un grado de progreso, en cuyo estado experimenta en mayor grado el bienestar que otorga el cumplimiento de deber de solidaridad, que aquel que realiza el bien por cálculo preconcebido, a quien no le mueve la necesidad natural de la conciencia”-.
Desde nuestro punto de vista, aquí se precisa hacer una distinción entre el bien que una persona pueda hacer a su prójimo, y la atención que él presta para corregirse de sus propios defectos. Comprendemos que hacer el bien con el pensamiento de que nos será tomado en cuenta en la dimensión espiritual, sea poco meritorio; pero, enmendarse, domar las propias pasiones, corregir el propio carácter para elevarse, es, también esto, una muestra de inferioridad?
-“Ciertamente que no; por hacer el bien entendemos, únicamente, la práctica de la solidaridad. Quien calcula cuanto le puede rendir una buena acción, tanto en la vida futura como en esta, actúa en forma egoísta; pero egoísmo no es el mejorarse a sí mismo para acercarse a Dios, por cuanto esta es la finalidad hacia la cual cada quien debe tender”-.
898.       Si la vida corporal no es más que una estadía temporal sobre la tierra, y todo nuestro cuidado debe enfocarse con miras al futuro, es útil emplear el propio tiempo únicamente en adquirir conocimientos científicos relativos a las cosas y a las necesidades materiales?
Sin duda; en primer lugar porque así os colocáis en condición de ayudar a vuestros semejantes, y después, porque vuestro Espíritu ascenderá más rápidamente, si ya ha cultivado su inteligencia. En la dimensión espiritual se aprende más en una hora que en algunos años sobre la tierra. Ningún conocimiento resulta superfluo; en todas sus vertientes, contribuye en mayor o menor grado al progreso, porque el Espíritu perfecto debe saber todo, y, dado que el progreso debe cumplirse en todos los aspectos, todas las ideas adquiridas sirven al desenvolvimiento del Espíritu”-.
899.       De dos ricos, uno que nació en la opulencia y no ha conocido jamás la necesidad; el otro, debe su fortuna a su propio trabajo, Ahora bien, los dos la emplean exclusivamente para su satisfacción personal; cuál es el más culpable?
-“Aquel que ha conocido los sufrimientos, porque sabiendo lo que significa sufrir, no contribuye a aliviar el dolor de sus semejantes”-.
900.       Quien acumula siempre sin hacer el bien a nadie, puede tener como excusa que lo hace para dejar más a sus herederos?
-“Es un compromiso con la mala conciencia”-.
901.       -De dos avaros de los cuales el primero se priva de lo necesario, y desencarna por efecto del hambre junto a su tesoro; el segundo no es avaro sino para los demás, pero pródigo para sí, mientras rehúye el más pequeño sacrificio para rendir un servicio, y no conoce límites en satisfacer sus gustos y sus pasiones, cuál de los dos es más culpable?
-“Aquel que goza, porque muestra de ser más egoísta que avaro; el otro ha pagado ya una parte de su castigo”-.
902.       Constituye una actitud culpable envidiar la riqueza por el deseo de hacer el bien?
-“El sentimiento, ciertamente, sería loable, cuando fuese sincero; pero, es este deseo, siempre, verdaderamente desinteresado, y no oculta alguna mira personal? Los primeros, a quienes quisierais hacer el bien en aquel modo, no sois casi siempre vosotros mismos?”
903.       Es una actitud culpable la de estudiar los defectos ajenos?
-“Sí, y muy grave, como un acto carente de bondad, si se realiza con el fin de criticarlos, y luego, divulgarlos. Puede ser útil, alguna vez, si se realiza para obtener el beneficio de evitarlos; pero, jamás debería olvidarse que la indulgencia por los defectos ajenos es una de las virtudes incluidas en el amor. Antes de llamarle la atención a los demás por sus imperfecciones, cuidad de que no se os pueda decir lo mismo a vosotros. Lo que  permite tener autoridad moral es la práctica de las virtudes opuestas a los defectos que criticáis en los demás. Los censuráis porque son avaros? Sed vosotros generosos. Son soberbios? Sed vosotros humildes y modestos. Son duros de sentimientos? Sed amables. Estrechez de miras en las acciones? Sed magnánimos. En pocas palabras, haced de modo que no se os puedan aplicar aquellas palabras de Jesús: -“Ve la paja en el ojo de su vecino, y no la viga en el propio”-.
904.       Hay culpabilidad en el acto de investigar los defectos de la sociedad y en divulgar la magnitud de los mismos?
-“Según el móvil que induce ese acto. Si quien lo realiza no tiende más que a producir escándalo, pagará la satisfacción personal que se procura presentando cuadros que, de ordinario, constituyen más bien ejemplos nocivos que edificantes. El Espíritu puede ser castigado por el placer que obtiene desvelando el mal”-.
Cómo juzgar, en tales casos, de la pureza de las intenciones y de la sinceridad del escritor o del orador?
-“Esto, por lo demás no sirve de nada; pero, en cada caso, si escribe o dice cosas buenas, aprovechadlas; caso contrario, es una cuestión de conciencia, que le concierne, únicamente, a la persona en particular. Del resto, si ella desea probar su rectitud, que avale sus preceptos con el propio ejemplo”-.
EXÉGESIS: La pregunta antepuesta por el maestro denota la percepción de profunda agudeza que poseía en el ámbito de las comunicaciones sociales. La respuesta contiene una orientación que es preciso que, a nivel mundial, los comunicadores sociales, en todas las vertientes, y artes, perciban la conveniencia de que el ejemplo edificante que se transmite por medio del propio mensaje, con un enfoque positivo, centrando la atención en los aspectos ejemplares de la sociedad, constituye el mejor aporte para estimular su desarrollo. Se le atribuye a Jesús de Nazareth, el aforismo que expresa: -“En lo que ves, te convertirás”. Si la colectividad, a través de todos los medios de comunicación, incluyendo el arte, ve los ejemplos de la gente virtuosa, por el principio de: -en lo que se centra la atención se expande la  conciencia-, al orientar positivamente las mentes de las personas con mensajes constructivos, contribuimos  a edificar una mejor sociedad. Los ejemplos negativos hay que erradicarlos de la circulación, conjuntamente con las causas que los producen, y con campañas que centren la atención en la polaridad positiva opuesta. Ese será el periodismo que imperará en breve tiempo, a nivel mundial, y será la misma sociedad que exigirá, a los medios de comunicaciones, a que sea depurado el mensaje que transmiten en los cuatro medios  inherentes, como son la prensa, la radio, la televisión y el cine; más cualquier otra expresión cultural, como los libros, las obras de artes, el teatro, vallas publicitarias, folletos publicitarios, mensajes transmitidos de boca a boca, y cualesquiera otros vehículos de expresión humana, además de los mencionados. Es preciso ver la botella medio llena, y no medio vacía. Las cosas hermosas y no las feas, la prosperidad y no la pobreza, el amor y la armonía, y no lo contrario, ya que en lo que se ve y centra la atención, en eso, precisamente, cada quien se va convirtiendo,  por la ley de atracción. Las imágenes mantenidas en la pantalla mental, tienen fuerza de atracción: atraen lo semejante, repelen lo desemejante. Los pensamientos y los sentimientos positivos, generan palabras y actos positivos, y auto-excluyen lo opuesto, automáticamente.
905.       Algunos autores han publicado obras bellísimas y morales, que sirven al progreso de la humanidad, pero de las cuales ellos mismos no se han aprovechado mucho. Se le toma en cuenta, a ellos, como Espíritus, el bien que sus obras han producido?
-“Moral sin aplicación es semilla sin trabajo. A qué sirve la simiente, si no la hacéis frutificar para nutriros? Estos escritores son tanto más culpables en cuanto tenían la inteligencia para comprender, pero, no practicando las máximas que predicaban a los demás, renunciaron a la recogida de los frutos”-.
906.       Quien obra bien es reprobable, si tiene conciencia y se complace de ello?
-“Igual que tiene conciencia del eventual mal que podría realizar, debe tener, también, la del bien que hace, para saber si actúa rectamente, o no. Solamente pasando cada obra suya por la balanza de las leyes de Dios, y especialmente en la de la justicia, la del amor y la de la solidaridad, la persona en particular podrá conocer si su obra es buena o no, y, por lo tanto, aprobarla o desaprobarla. Por lo tanto, no se puede censurarle, si percibe que ha triunfado de sus inclinaciones negativas, y experimenta satisfacción de tal hecho, siempre que no devengue motivo de vanidad por ello, evitando, de esta manera, un mal, para caer en otro”-. (Ver Nº 919).
EL PRINCIPIO DE LAS PASIONES
907.       El principio de las pasiones, que se encuentra en la naturaleza, es nocivo en sí mismo?
-“No; el mal de la pasión consiste en el exceso voluntario, por cuanto el principio fue otorgado, al ser humano, para el bien; pero del abuso se deriva la culpabilidad inherente”-.
EXÉGESIS: La pasión es un grado de fervor que excede el punto del equilibrio, o un sentimiento expresado en la conciencia en polaridad negativa y que, manifestado, luego, en pensamientos, palabras y actos, crea consecuencias de las cuales se ha de responder. Empero, el fervor positivo, que denota el entusiasmo que la persona experimenta hacia la obra que realiza, además de la convicción implícita que contiene, transforma a la persona en incansable hasta alcanzar la perfección de la misma o la culminación de su ideal. La pasión en su polaridad positiva es el artífice de las obras maestras de que disfruta la humanidad, así como de las innovaciones e invenciones del ingenio humano.
908.       Cómo determinar los límites donde las pasiones cesan de ser buenas, o malas?
-“Las pasiones son como los caballos: útiles, si domados; peligrosos, si indómitos. Sabed, por lo tanto, que una pasión se convierte en nociva cuando ya no podéis dominarla, y de alguna manera, os resulta perjudicial a vosotros o a los demás”-.
Las pasiones son leves, que multiplican las fuerzas del ser humano, y lo ayudan a cumplir los designios de la Providencia; pero, si en cambio de guiarle, la persona se deja arrastrar, cae en los excesos, y la misma fuerza que en sus manos podía producir el bien, se le transforma en adversa, afectándole.
Todas las pasiones tienen su principio en un sentimiento o en una necesidad natural; en ninguno de los dos casos, es algo malo en sí, por cuanto forma parte de una condición providencial de la propia existencia. La pasión propiamente dicha es la exageración de una necesidad o de un sentimiento, y consiste no en la causa, sino en el exceso, que se transforma en un mal, cuando es causa de otros males.
Cada pasión que conduce al ser humano hacia la naturaleza animal, le aleja de la espiritual.
Cada sentimiento que lo eleva por encima de la naturaleza animal, anuncia el predominio del Espíritu sobre la materia, y le acerca a la perfección.
EXÉGESIS: El ser humano está dotado, tal como muy bien lo expresa el maestro, por dos elementos claves, que son: los sentimientos y las necesidades. Ambos expresan el conocimiento y la fuerza, en ambas polaridades. El conocimiento es expresado por el lenguaje de los sentimientos análogos a los valores universales, dentro de la conciencia, como guía de los pensamientos, de las palabras y de los actos. Los valores, por ejemplos, son: el amor, la afinidad, la justicia, la igualdad, la compensación, la reciprocidad, la fortaleza, la templanza, la belleza, la tolerancia, la solidaridad, la paciencia, la confianza, entre otros. Son de doble polaridad, y se expresan como valores en sí o antivalores, es decir: sentimientos de justicia o de injusticia, de belleza o de fealdad, de fortaleza o de debilidad, de confianza o de desconfianza, etcétera. Al mismo tiempo, manifiestan conocimiento y fuerza; la fuerza es el fervor o grado de pasión, que tiene unos parámetros positivos y otros negativos, en base a los cuales se derivan sus efectos equivalentes: buenos o lo contrario. Los valores universales constituyen en el ser humano, los atributos divinos, que no son otra cosa que los sentidos cósmicos o espirituales, que le sirven para percibir la realidad integral y guiar su conducta en todos los ámbitos existenciales regidos por la ley cósmica.
Las necesidades, a su vez, constituyen el mecanismo que manifiestan, en la vida de la persona, el grado equivalente de poder creador a la necesidad experimentada, para ayudarle a satisfacerla. Es decir, el ser humano se encuentra dotado de un poder potencialmente infinito, el cual, únicamente, puede expresar por medio de las necesidades que va experimentando en la vida, en la escala jerárquica estructurada por Abraham Maslow, es decir: necesidades básicas, de seguridad, sociales o afectivas, de estimación, propia o ajena, y de autorrealización, además de ellas, la necesidad de conexión con la Divinidad. Cada necesidad expresa el grado equivalente del poder creador del cual está dotado para satisfacerla. Luego, el qué, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién, el cuánto y el porqué, la persona lo percibe en una triple vertiente: 1) Por su capacidad de razonamiento, utilizando la lógica inductiva y deductiva; 2) La percepción intuitiva y la inspiración; 3) La guía de los valores universales, mediante los sentimientos equivalentes expresados en la conciencia humana, réplica exacta de la del Creador; y, 4) Los deseos en todas sus vertientes, que trascienden la satisfacción básica de las necesidades. La razón, la intuición, la inspiración, los valores, y sus sentimientos inherentes,  las necesidades y los deseos, cada quien a su manera, rigen sobre la voluntad, ésta sobre los pensamientos, las palabras y los actos, y los actos sobre los resultados.
La pasión, el fervor y el entusiasmo, constituyen fuerzas expresadas dentro del ser, en la conciencia; sus etapas de desarrollo pasan por los niveles de: la curiosidad, el interés, el conocimiento, la convicción, el entusiasmo y la determinación. Canalizan las propias fuerzas, más las que expresa el Creador, por el lenguaje de los sentimientos en la conciencia, y la fuerza de empuje y la de bloqueo; pero, además, expresan la inspiración de conocimientos y de fuerzas desde la dimensión espiritual, de los Espíritus. Estos inspiran, por el pensamiento dentro del pensamiento, ideas con las cuales la persona siente afinidad, generándole un impulso en ambas vertientes, positiva-negativa, según la índole del Espíritu inspirador, más la energía inherente a tales realizaciones. En ambos casos, cada persona posee el libre albedrío y puede decidir seguir o no la inspiración, y si se mantiene firme, prevalece la voluntad de la persona en particular, si logra superar la tentación y escucha la voz de su conciencia, quien siempre le indicará qué hacer o que dejar de hacer, cuando y porqué. Los antiguos denominaban al entusiasmo: -“Dios dentro de sí”. En la acepción de los antiguos, Dios significaba Espíritu. En conclusión: siempre que una persona decida seguir o dejar de hacerlo, cualquier inspiración, los entes inspiradores, respetarán dicha decisión.
909.       Podría el ser humano triunfar, con sus esfuerzos, sobre sus inclinaciones nocivas?
-“Sí, y alguna vez con leves esfuerzos; pero, con frecuencia precisa mayor grado de voluntad! Debéis buscar de vencer más sobre las indebidas  inclinaciones”-.
910.       Puede, el ser humano, encontrar asistencia eficaz en los Espíritus para vencer sus pasiones?
-“Si pide a Dios su Guía con sinceridad, los buenos Espíritus le vendrán en su ayuda, seguramente, por cuanto ésta es su misión”-. (Ver Nº 459).
911.       Existen pasiones vivas e irresistibles en grado tal que sea imposible domar por la acción de la voluntad?
-“Hay muchos que verbalmente expresan querer liberarse, y en su fuero íntimo disfrutan de la debilidad de su propia voluntad. Quien se persuade a sí mismo de la imposibilidad de vencer sus pasiones es porque, debido al grado que han alcanzado, se complace en ellas. Otro, en cambio, que en sentido opuesto, busca de reprimirla, comprende su naturaleza espiritual y cada paso en aquel sentido es un triunfo del Espíritu sobre la materia”-.
912.       Cuál es el medio más eficaz para combatir el predominio de la naturaleza corporal?
-“La abnegación de sí mismo”-.
EGOÍSMO
913.       Cuál vicio, entre todos, puede ser considerado de mayor jerarquía?
-“Ya ha sido dicho: el egoísmo; de él arrancan todos los males. Estudiad todos los vicios, y lo encontraréis como su causa. Por lo tanto, los combatiréis en vano, sin extirparlos, a menos de que ataquéis la causa de raíz, hasta erradicarla. Todos vuestros esfuerzos tienden hacia este fin, porque en eso reside la verdadera y temible plaga de la sociedad. Quien quiera aproximarse en esta existencia a la verdadera perfección moral, arranque de su conciencia todo sentimiento egoísta, por cuanto el egoísmo es incompatible con la justicia, la solidaridad y el amor, y constituye el principal enemigo de todas las demás virtudes”-.
914.       Desde el momento en que el egoísmo se funda sobre el sentimiento del interés personal, parece poco probable erradicarlo completamente de la conciencia del ser humano; lo logrará?
-“A medida que los seres humanos comprendan mejor las cosas del Espíritu, darán menor importancia a las de la materia. Será preciso, a este fin, la reforma de las instituciones humanas que lo mantienen y estimulan, por cuanto, en gran parte, depende de la educación”-.
EXÉGESIS: Esta respuesta refleja la misma percepción expresada en el Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau, sobre la necesidad de un nuevo Pacto Social entre la Sociedad y el Estado, necesidad esta que, en el siglo XXI se ve inminente, pero que, en la realidad, precisa su tiempo para poder gestarlo en los niveles antes expresados. Es decir, se hace necesario modificar las instituciones, adaptándolas al derecho natural, mediante las cuales se haga innecesaria la expresión del egoísmo, y por ende, se habrá contribuido a erradicar la principal causa del mal social. Lao Tse, quinientos años antes de nuestra era, previó esto y en el Tao Te King, dejó importantes directrices al respecto.
915.       ¿Por cuánto el egoísmo es inherente a la especie humana, no representará, él, un obstáculo para la instauración del bien absoluto sobre la tierra?
-“El egoísmo, es, ciertamente, la principal causa que hay que erradicar; pero él constituye el carácter inherente al grado de inferioridad de los Espíritus encarnados en el planeta tierra, y no de la humanidad en sí misma. Ahora bien, los Espíritus, al purificarse en sucesivas encarnaciones, se despojan del mismo como de cualquier otro tipo de imperfección moral. O, acaso creéis que sobre la tierra no existen personas libres de egoísmo y de fervoroso amor? Abundan en mayor número de lo que se pueda creer, pero las conocéis poco. Si hay una, por qué no pueden haber diez? Y, si existen diez, ¿por qué no podrían haber mil, y así sucesivamente?”
916.       El egoísmo, en vez de disminuir, más bien crece con la civilización, la cual pareciera que lo estimula y alimenta; cómo podrá, jamás, la causa destruir el efecto?
-“El mal se hace tanto más odioso, cuanto más crece; es por esto que la magnitud de los frutos del egoísmo permitirá comprender la necesidad de erradicarlo. Entonces, los seres humanos vivirán como hermanos, ayudándose los unos con los otros, donde el fuerte será el sostén, no el opresor del débil, y no se verá más la carencia de lo necesario, por cuanto todos practicarán la justicia y la solidaridad. Es el reino del bien, que nosotros, los Espíritus, estamos encargados de preparar”-. (Ver Nº 784).
917.       Con cuál medio se puede erradicar el egoísmo?
-“De todas las imperfecciones humanas la menos fácil de erradicar es el egoísmo, por cuanto resulta de la influencia de la materia, de la cual, el ser humano, -todavía muy cercano a los orígenes- no ha podido liberarse, influencia que encuentra acogida en todo, entre vosotros. Es decir, en vuestras leyes, en el ordenamiento social y en la educación. El egoísmo disminuirá con el prevalecer de la vida moral sobre la material, y sobretodo las nociones que os aporta el Espiritismo en relación a vuestra vida futura real, y no desnaturalizado de las funciones alegóricas, por cuanto bien comprendido, cuando se haya amalgamado en las costumbres y con las creencias, transformará los hábitos, los usos y las relaciones sociales. El egoísmo es fundamentado sobre la importancia de la personalidad; mientras que, la enseñanza del Espiritismo, es importante destacarlo, bien comprendida, permite ver las cosas desde un punto de vista tan elevado que el sentimiento personal desaparece, en cierta manera, frente a la inmensidad del orden cósmico, y redimensionando esta importancia que nos auto-otorgamos, conduciéndola a sus verdaderas proporciones, combate, necesariamente, el egoísmo. Lo que, la mayor parte de las veces, rinde la persona egoísta es el daño que le resulta del egoísmo ajeno, por cuanto ella siente la necesidad de ponerse a la defensiva. Viendo a los demás pensar sólo a sí mismos, también ella es obligada a ocuparse de sí misma más que de los demás. Cuando los principios de la solidaridad y de la fraternidad se haya convertido en la base de las instituciones sociales y de las relaciones legales entre un individuo y otro, el ser humano pensará menos a su persona, viendo que los demás lo hacen, y asumirá la influencia moralizadora del ejemplo y del contacto. En medio al presente exceso de egoísmo se precisa un elevado grado de desarrollo de la virtud para poder renunciar a la propia personalidad a beneficio de los demás, quienes, con frecuencia, responden, pagando, con la ingratitud. Es por esto que, quienes poseen esta virtud, se encuentra abierto el reino del bien y reservada la felicidad de los virtuosos, por cuanto, en verdad, en el día de la justicia, cada persona que haya pensado únicamente a sí, quedará, automáticamente, aislada”-. (Ver Nº 785).
Hoy en día se están haciendo loables esfuerzos para hacer progresar a la humanidad; se alientan, se estimulan y se honran los buenos sentimientos más que en cualquier otro tiempo, y todavía el germen roedor del egoísmo sigue siendo la plaga social. Es una condición negativa que se refleja sobre todos, y del cual cada quien es más o menos víctima; por lo tanto, es preciso atacarlo como se hace con una epidemia. Con este fin es preciso proceder como lo hacen los médicos: remontándose a la fuente. Se busquen, entonces, las causas en todas las partes del ordenamiento social, desde la familia al pueblo, desde la choza al palacio, y se combatan todos los movimientos visibles o escondidos, que suscitan, nutren, y desenvuelven el sentimiento del egoísmo.
Conocidas las causas, la solución se presentará por sí misma; no se tratará más que de combatirlas, si no todas de una vez, por lo menos parcialmente, y gradualmente, el elemento nocivo será eliminado. La curación podrá tardar, porque las causas son numerosas; pero, no será imposible. Se advierta, por otra parte, para lograrlo, se debe curar la anomalía desde la raíz, es decir, por medio de la educación, y no de aquella educación que tiene a formar personas instruidas, sino de la que forma seres virtuosos. La educación rectamente entendida, es la clave del progreso moral, y cuando se conozca el arte de forjar los caracteres, como se conoce la de forjar la inteligencia, los seres humanos podrán enderezar las tiernas plantas. Pero, este arte precisa tacto sutil, mucha experiencia y profunda observación. Es un grave error creer que es suficiente tener doctrina para ejercitarla con fruto. Quien siga con atención tanto al hijo del rico como al del pobre desde el instante de su nacimiento, y observe todas las perniciosas influencias que actúan sobre él por la debilidad, la incuria y la ignorancia de quienes le dirigen, verá como, con tanta frecuencia, los medios que se emplean para moralizarle son falsos, y no se maravillará de encontrar, en el mundo, tantos defectos que corregir. Hágase para la moral cuanto se realiza para la inteligencia, y se verá que, si existen naturalezas refractarias, las hay, también, mucho más de lo que se pueda creer, de aquellas que piden, únicamente, una buena educación, para producir frutos óptimos y abundantes. ( Ver Nº 872).
El ser humano anhela ser feliz; es este un sentimiento natural, por lo tanto se afana por mejorar su estado sobre la tierra, y busca las causas de  sus males para remediarlos. Cuando haya comprendido que el egoísmo es la principal entre las causas que les son inherentes, la que genera el orgullo, la ambición, la codicia, la envidia, el odio y los celos, que les afectan en forma constante; la que interpone, en todo momento, en todas las relaciones sociales, que provoca las disensiones, destruye la confianza, obliga siempre a estar a la defensiva frente al vecino; aquella, en fin, que de cada persona hace un enemigo; entonces, comprenderá, también, que un tal vicio es incompatible con su felicidad, inclusive, para su seguridad, y cuanto más haya sufrido, tanto más sentirá la necesidad de combatirlo, como él combate la peste, los animales feroces, y todos los demás flagelos. Entonces, será impulsado a esta acción por su propio interés. (Ver Nº 784).
El egoísmo es la fuente de todos los vicios, como el amor es el de todas las virtudes; destruir el uno y promover el otro debe ser el objetivo al cual deben centrarse todos los esfuerzos del ser humano, si se quiere asegurar la felicidad de la vida presente y futura.
CARÁCTER DE LA PERSONA DE BIEN
918.       ¿Por cuál indicio se puede conocer el progreso real de una persona, que debe elevar su Espíritu en la jerarquía espiritual?
-“El Espíritu demuestra la propia elevación mediante la practica de la ley de Dios en todos los actos de la vida corpórea, y con el comprender, en forma anticipada, la vida espiritual”-.
Verdadera persona de bien es aquella que, en cada uno de sus actos practica la ley de la justicia, la de amor y la de solidaridad, en su máxima pureza, vale decir, que jamás hace el mal, que realiza todo el bien que puede, que no da a nadie motivos de quejas, que, en pocas palabras, hace a los demás todo aquello que quisiese que le fuese hecho a ella.
El ser humano penetrado del sentimiento de solidaridad y de amor hacia el prójimo, hace el bien por el bien sin esperar el contracambio, y sacrifica su bienestar a la justicia.
Es una persona buena, humana, benévola con todos, por cuanto ve hermanos en todos los seres, sin excepción de grupo étnico ni por la índole de su práctica espiritual.
Si Dios le ha dado potencia y riqueza, las conserva como un depósito, con el cual está en el deber moral de hacer el bien; no se vanagloria, por cuanto sabe que así como Dios se las ha dado, también se la puede quitar.
Si el orden social ha puestos otras personas bajo de su dependencia, las trata con bondad, por cuanto son sus pares delante de Dios; hace uso, únicamente, de su autoridad para elevarles la moral, no para rebajarles en su dignidad.
Es indulgente por las debilidades ajenas, por cuanto sabe que a su vez precisa de indulgencia, y recuerda las palabras de Jesús: -“Quien de vosotros se encuentre libre de pecado, que arroje la primera piedra”-.
No es vengativo; pero, a ejemplo de Jesús, perdona las ofensas, y recuerda sólo los beneficios, porque él sabe que será perdonado en la misma medida en que lo haya hecho con los demás.
Finalmente, respeta en sus semejantes todos los derechos que son impuestos por la ley de la naturaleza, en la misma manera en que quisiera que les fuesen respetados los suyos.
CONOCIMIENTO DE SÍ
919.       ¿Cuál es el medio práctico y más eficaz para mejorarse en esta vida, y resistir a las seducciones del mal?
-“Os lo ha dicho un sabio de la antigüedad: Aprende a conocerte a ti mismo”-.
Nosotros comprendemos toda la sabiduría de esta máxima; pero la dificultad se encuentra, precisamente, en el conocerse a sí mismo. ¿Cuál es el medio para lograrlo?
-“Haced aquello que los mejores seres humanos han hecho siempre. Al final de cada día, examinad vuestra conciencia: pasad revista a cada uno de vuestros actos, y preguntaros si habéis faltado a algún deber, si alguno haya tenido motivo para quejarse de vosotros. De esta manera llegaréis a conoceros y ver aquello que debéis cambiar en vosotros. Quien cada noche rememorase todas sus acciones del día, y se preguntase qué cosa ha hecho bien, o mal, solicitando a Dios y a su Espíritu protector de iluminarle, adquiriría mucha fortaleza para su perfeccionamiento, por cuanto, creedme, Dios le asistirá. Interrogaos, por lo tanto, vosotros mismos, y preguntaos cómo y con cuál fin habéis actuado en los varios casos. Si habéis realizado algo que censuraríais en otros; o, si cometisteis una acción que no osáis reconocer. Por otra parte, reflexionad: Si fuese llamado por Dios, en este momento, a la dimensión espiritual, donde no se puede esconder nada, ¿tendría algo que temer a la vista de alguno? Reflexionad bien sobre aquello que podáis haber cometido en contra de Dios, después en contra del prójimo, y finalmente en contra de vosotros mismos. Las respuestas darán paz a vuestra conciencia, o indicarán un mal, el cual debéis compensar. El conocimiento de sí mismo es, por lo tanto, la clave para el mejoramiento individual. Pero, diréis vosotros, ¿cómo podemos estar seguros de juzgarnos rectamente? La ilusión del amor propio no atenúa las culpas, y no las hace excusar, de manera que el avaro se cree económico y previsor, y el orgulloso de ser una persona que cuida su propia dignidad? Esto es verdad, sin embargo; pero tenéis un medio de control, que no os puede engañar. Dado que os encontráis con duda sobre el valor de una acción vuestra, preguntaos como la juzgaríais si la misma hubiese sido realizada por otros. Si en este caso la censuráis, ella no podría ser más legítima en vosotros, por cuanto Dios no tiene dos pesos para la justicia. Buscad, por otra parte, que piensan de vosotros los demás, y no descuidad la opinión de vuestros enemigos, por cuanto estos no tienen ningún interés en falsear la verdad, y con frecuencia Dios os los pone en vuestro camino casi como un espejo para amonestaros con su mayor franqueza de lo que lo haría un amigo. Quien firmemente se quiere mejorar escrute, por lo tanto, su conciencia para erradicar las inclinaciones indebidas, al igual que arranca de su jardín las malas hierbas. Haga el balance de su jornada moral, al igual que el comerciante lo realiza con sus pérdidas y sus ganancias, y os aseguro que obtendrá un provecho mucho mayor. Cuando él pueda responderse que su jornada ha sido buena, puede dormir en paz, sin temer a una eventual transferencia a la dimensión espiritual durante el sueño. En la aplicación de este consejo, haceos a vosotros mismos preguntas directas y precisas, y no temed en multiplicarlas. Se pueden dedicar, cada día, algunos minutos para la conquista de la felicidad. ¿No trabajáis, diariamente, para acumular recursos que sirvan a vuestro sustento en edad avanzada? ¿Aquel tardío descanso no es el objeto de todos vuestros deseos, el objetivo que os hace soportar importantes esfuerzos y tantas privaciones momentáneas? Entonces, ¿qué significa aquel reposo de pocos días de los achaques del cuerpo, en comparación de lo que le está reservado a la persona virtuosa? ¿No vale eso la pena de hacer algún esfuerzo? Sé que muchos objetan que el presente es cierto, pero el porvenir incierto; precisamente este es el pensamiento que nosotros tenemos por misión de reeducar en vosotros, y esta es la razón por la que queremos haceros conocer este porvenir de manera que no os pueda dejar ninguna duda en el ánimo. A este fin, hemos, primeramente, despertado vuestra atención con fenómenos aptos a para excitar vuestros sentidos, y después os damos las instrucciones para que, cada quien, las aplique y difunda”-.
Muchos errores que se cometen suelen pasar inobservados; pero, si interrogásemos con mayor frecuencia nuestra conciencia, veríamos cuantas veces hemos faltado sin darnos cuenta por no haber indagado la naturaleza y el móvil de nuestros actos. La forma interrogativa exige respuestas categóricas por sí, o por no, que no dejan vía por medio. De la suma de las respuestas, podemos calcular la del bien y del mal, que reside en cada quien.

EXÉGESIS: Quilón, El Lacedemonio, uno de los siete sabios de Grecia, en el portal del Templo de Apolo, en Delfos, insertó la siguiente máxima: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios, sino conocerse a sí mismo”.
En el siglo VII –d.n.e.-, Mahoma expresó: -“Conócete y conocerás a Dios”.
¿Es fácil conocerse? ¡Por supuesto que no! Eso significaría reconocer la suma de la propia ignorancia. ¿Quién podría hacerlo? Sin embargo, ese es el mandato eterno que a cada ser, en los cuatro reinos naturales, la Ley cósmica impresa en su propia conciencia, le ordena: 1) ¡Conocerse, en forma integral: a nivel divino, espiritual, anímico y físico!
2) A nivel de sus atributos divinos, o sentidos cósmicos, que reflejan la sabiduría universal, en su conciencia, mediante los sentimientos análogos a los valores universales equivalentes al amor, a la prudencia, a la justicia, a la compensación, a la igualdad, al equilibrio o belleza, salud y armonía a la fortaleza, a la templanza, a la afinidad o conciencia del  orden o sentido de ubicación, a la voluntad, o poder creador potencialmente infinito para ejecutar lo que precisa, o anhela, enmarcado en el libre albedrío y éste regido por los parámetros de los valores universales, que le permite elegir conscientemente, de manera justa y perfecta. Cada uno de los valores universales impresos en la propia conciencia contiene valores derivados que conforman un todo, en principios, leyes y suma de sabiduría que conforma el libro de la vida que eternamente, cada ser estudiará, sin jamás agotar su caudal infinito.
3) Dado que, cada ser, constituye un microcosmos que contiene, de manera análoga, todo lo que existe en la naturaleza de las cosas, precisa conocer el macrocosmos, el universo, en forma integral, que constituye el entorno cósmico que le Alberta en el eterno presente, y que, gradualmente conocerá, en la eternidad que le precede, ya que jamás, paradójicamente, hubo un principio, y tampoco, habrá un final. En forma infinita y circularmente, en forma de espiral, cada ser, en los cuatro reinos de la naturaleza, realiza el eterno camino de retorno a casa, sin jamás alcanzando, buscando alcanzar una perfección que ya posee, aunque lo ignora, contribuyendo con su trabajo, a la expansión de la Creación Universal, de acuerdo a los planes trazados por el Ser Universal, en su propia conciencia, de la cual, cada ser, a su vez, posee una réplica exacta de la conciencia de la Divinidad.
4) En esa expansión de la Creación Universal, cada ser constituye un instrumento de la Divinidad para realizar la cuota de obra a su cargo, de la Gran Obra. La Gran Obra es del Ser Universal, así como con los recursos puesto a la orden de cada ser para realizar una obra que, paradójicamente, no le pertenece, sino que se le facilita para contar con todo lo que, en el eterno presente, precisará, para realizar los objetivos que, voluntariamente, cada quien asumirá como aporte a la Gran Obra. Lo que le pertenece, a cada ser, es el Salario Cósmico, que le capacita para asumir nuevos retos en la realización de la Gran obra. Ese salario cósmico constituye la experiencia adquirida que le permite percibir, comprender y realizar en forma análoga a la visión aportada por la experiencia y por la visión de los valores universales. Empero, con cada logro, se percibe el siguiente paso, en el camino de la vida, y la labor que surge para ser realizada, por cada quien. Un paso a la vez, una fase detrás de otra, enfocando el objetivo de turno, todo en sentido a la realización de la Gran Obra, de acuerdo a la Ley cósmica y a los planes trazados por el Gran Arquitecto del Universo, en su propia conciencia y en la unicidad de la conciencia de cada ser, sin separación alguna de la conciencia Divina, o el Todo manifestado y por manifestarse, en el eterno ahora.
5) En esa eterna carrera de progreso, cada ser descubre, gradualmente, en primer lugar, los instrumentos que habrá de utilizar en la realización de la cuota de la Gran Obra que asume como objetivo existencial, a nivel físico, mental, espiritual y divino. Luego, aprende a utilizarlos, para, acto seguido, empezar a realizar la obra pajo la guía de alguien más experimentado. Una vez realizada la obra, por etapas, va percibiendo que la obra llevada a cabo obedece a un plano que alguien, un arquitecto divino, trazó. Se da cuenta de que nada se realizado por casualidad, sino que todo obedece a una razón de ser que alguien ha ya previsto desde la noche de los tiempos y se encuentra, perfectamente delineada, en los eternos planos de la expansión de la Creación Universal. Entonces, parte de su labor es descifrar esos planos bajo cuya guía deberá realizar su propia obra de cooperación en los planes cósmicos. Adquirir esa conciencia, darse cuenta de esa realizada, es el primer paso para comenzar a vivir conscientemente. Cada ser percibe que posee un poder creador inagotable y que, sea cual fuere la tarea por realizar, siempre emergerán de su ser interno, las energías y fuerzas suficientes para completar la obra de turno, siempre y cuando persista, tenazmente, sin abandonar a mitad de camino, en ninguna obra. Se da cuenta de que, cada vez que se niega a abandonar en el logro de un objetivo de turno, persistiendo con confianza, en el momento menos fácil de la tarea, se activan los poderes creadores de la mente, y emergen en su conciencia, por intuición o inspiración, las ideas que aportan la visión del qué, del cómo, del dónde, del quién, del cuándo, del cuánto y del por qué. Esto le da confianza en sí mismo, y con confianza persiste, tenazmente, hasta alcanzar todas y cada una de las metas inherentes a sus objetivos de turno, uno a la vez.
En el camino de la vida, como decía Newton, precisa subirse sobre hombros de gigantes, para ver más lejos, por lo cual, debe estudiar todo el aporte que, en el concierto de los siglos que han transcurrido desde la noche de los tiempos, se ha ido recabando como experiencia de vida, por los seres más adelantados en el progreso humano y universal, en los cuatro reinos naturales. Paralelamente, se da cuenta que puede conectarse a una eterna fuente de sabiduría y poder creador, que es la de la Divinidad. Al vibrar en esa frecuencia más elevada, en armonía con la divinidad, se va depurando el velo de la separación, percibiendo su unicidad con la Divinidad. Se da cuenta, en un instante determinado que ya conocía la fuente universal de la cual emanara a la conciencia individual, sin separarse de la divinidad y sin dejar de ser la Divinidad. Esto transforma su manera de ver las cosas, y comienza a ser consciente de su rol divino en la eterna y continuada vida, en la expansión eterna de la Creación Universal, por etapas. Aquí realiza un gran descubrimiento: Donde enfoca la conciencia se expande su capacidad perceptiva, comprensiva y realizadora, ad infinitum, sin encontrar jamás ningún límite en el eterno camino de retorno del ser individual al Ser Universal.
Para completar este comentario exegético, recordaremos las enseñanzas conservadas en los versos de oro pitagóricos, que ha sido una certera guía de los seres más sobresalientes desde su tiempo hasta ahora.
LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS
PREPARACIÓN: (Versión española: ©Giuseppe Isgró C.)
I.    La práctica espiritual:
Antes, honra a los Dioses inmortales, de acuerdo con su jerarquía.
II.  –“Respeta tu promesa, y reverencia a los héroes ilustes, y a los genios, ejecutando las prácticas en uso”.
PURIFICACIÓN:
III. El culto a la familia:
Rinde honor a tus padres, y a los más cercanos parientes.
IV.  El culto de la amistad:
De los demás, del más virtuoso, por mérito, hazte amigo; con serenas palabras y útiles acciones, sigue su ejemplo. Por leve falta no te irrites con el amigo, de acuerdo con tus fuerzas. Al lado del poder, convence la Necesidad.    
V.   La cultura personal.
 A: La cultura mental:
Por lo tanto, tales cosas conozcas, y sepas, también, refrenar estas otras: El estómago, antes de todo; igualmente el sueño, el sexo y la ira.
VI.  Ser honrado, franco y justo:
Se irreprochable con todos y en todo; ejecuta, únicamente, actos dignos, tanto en compañía de otros como a solas. Como prioridad, ten pudor contigo, respetándote. Después, siempre, en palabras y en actos, ejercítate en la práctica de la justicia.
VII. Ser reflexivo:
-“Fórjate el hábito de regir tu conducta por la razón. Recuerda, en suma, que la desencarnación es un destino común. Por lo tanto, las riquezas, hoy buscas de adquirirlas; mañana, puedes perderlas”-.
VIII.     Trabajar con toda confianza:
Cuantos, por acción de la ley cósmica, experimentan pruebas adversas. Las que a ti te correspondan, sopórtalas con calma, sosegadamente. Superarlas, satisfactoriamente, sí, te conviene, con toda tu potencia creadora. Piensa, que, después de todo, a la gente buena, no son tantas las adversidades que les toca afrontar.
IX.  Ser tolerante y paciente:
Discursos varios oirás, con frecuencia, unos con nobles contenidos, otros indignos; tú, no permitas que los unos te turben, ni de los otros te vuelvas para no oírlos. Y si una mentira es dicha, sopórtala con calma.
X.   Crearse un juicio sano y firme:
En todo cumple cuanto ahora te digo. Ni uno, con palabras u obras, te induzca jamás a decir o a hacer cosa alguna que después no resulte lo mejor para ti. Antes de actuar, reflexiona, para no cometer errores; que actuar o hablar con discernimiento es de gente prudente.
XI.  Estar prevenido:
Pero, tú las cosas harás, que después no te perjudiquen.
XII. Aprende lo que es necesario:
Ni una cosa, harás, por lo tanto, en la cual, tú, experiencia no tengas. Empero, cuanto, en verdad, te sea necesario, aprende, y vida agradable tendrás.
XIII.     La cultura personal.
B: Seguir un régimen puro y fisiológico.
 Hacer ejercicio.
Es preciso ocuparse de la higiene del cuerpo; pero en las bebidas, en los alimentos y en el ejerccio, la justa medida observa. Recuerda, utiliza el sentido de la justa medida en todo; que nada te proporcione perjuicio.
XIV.      Ser reservado:
Por lo tanto, habitúate a una vida sana, sin molicie; abstente en realizar todo acto que suscite envidia.
XV. Ser ponderado:
De esta manera, más de lo necesario no gastes, como hacen quienes ignoran lo que es la honradez; pero, no por ello dejes de ser generoso: La justa medida en todo, es en verdad, la virtud de la nobleza. No hagas, en resumén, lo que pueda dañarte, y pondera bien las cosas antes de actuar.
PERFECCIÓN:
XVI.      Los medios de perfeccionamiento.
Antes de todo, tan pronto como despiertes, aprovecha  para elevar tu Espíritu; enseguida ocúpate de cuanto en ese día quieres hacer”-.
XVII.     Examen de sí mismo:
Antes de dormirte, cada noche, por mucho cansancio que tengas, tres veces examina cada uno de tus actos:
•    –“¿Dónde he estado?”
•    –“¿Qué he realizado?”
•    –“¿Cuál obligación dejé de cumplir?”
Partiendo desde el inicio, recorre, también, el después del después. Has incurrido en bajezas? ¡Recrimínate! ¿Has realizado justas acciones? Alégrate. De las primeras, proponte enmendarte; estas últimas, tenlas como modelo a seguir, con fervor. Esto es lo que a ti te pondrá en la horma de la virtud divina.
XVIII.    La meditación. La fe. La vida virtuosa. La ciencia del Universo.
Sí, sí: Por Aquel que a nuestros Espíritus ha transmitido la Tetratkis, fuente de la eterna-fluente Naturaleza. Esto es lo que hay que hacer. Estas cosas hay que empeñarse en practicar, y amar. Por ellas ingresarás en la divina senda de la perfección.
XIX.      La oración:
Pero, al cumplimiento de la obra cíñete, tú, no sin antes solicitar asistencia a los Espíritus protectores que la conduzcan a la perfección.
XX. La iniciación:
Conocerás el orden divino que rige a los Espíritus, a los seres humanos y a todas las cosas, y percibirás la unidad que penetra la obra toda. Entonces, sabrás que la Naturaleza es una e idéntica en todas partes; a no esperar lo inesperable, y, a no dejar nada sin explicación.
XXI.      La clarividencia:
Sabrás, que los seres humanos soportan pruebas por ellos mismos generadas. Insensatos: A su lado se encuentra el bien, y no lo ven, ni lo oyen; y, también, la liberación de los males la descubren pocos. Tal es la condición que opaca el juicio a los humanos! Son desplazados de un lado para otro, como lo hacen las infantiles cuentas, después de incesantes sacudidas. La discordia es su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.
XXII.     La verdad oculta:
Oh, Dios! De cuántos males librarías a los humanos, si tan solo te dignases en desvelarles a que daimón obedecen! Pero, tú, ten confianza. El origen de los seres humanos es divino. La Naturaleza le va abriendo el acceso a las arcanas virtudes, que ella misma les explica.
XXIII.   La recompensa.  La sabiduría:
Si de ellos en ti hay algo, verás hasta allí, donde te exhorto, reintegrado y silente, y con el Espíritu inmune de todo mal. Pero, deja los alimentos que te prohibí, en los días en que, en hacer puro y libre el Espíritu buscas. Observa, discierne y valúa todo, y a la Inteligencia soberana erige en auriga de lo Alto. De esta manera, dejando el cuerpo, en el éter, libre, irás, como Espíritu divino e inmortal; no más vulnerable serás.




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