Comentarios exegéticos N°
8,
sobre El Libro de los
Espíritus, de Allan Kardec:
La obra cumbre del
pensamiento universal:
Giuseppe Isgró C.
8. Qué se
debe pensar de la opinión que atribuye la primera formación de lo creado a una
combinación fortuita de la materia, es decir, de la casualidad?
-“Otra
absurdidad! Cuál ser humano de buen sentido puede considerar la casualidad como
un ser inteligente? Y, después, qué es la casualidad? Nada”-.
La armonía,
que regula las fuerzas del universo, demuestra combinaciones y principios determinados,
y por lo tanto una potencia inteligente. Atribuir la primera formación a la
casualidad, sería un absurdo, por cuanto en ella está ausente la visión y no
puede producir los efectos inteligentes. Una casualidad inteligente dejaría de
ser una casualidad.
COMENTARIO
EXEGÉTICO DE GIUSEPPE ISGRÓ C.
En nuestro
comentario anterior se ha explicado, en líneas generales, la manera como emerge
la materia a partir de la energía. Es una condensación de la energía que
realizan los Espíritus Elementales –de los elementos- de acuerdo al respectivo
grado vibratorio regido por la ley de afinidad. La ley de afinidad establece la
armonía y el orden en la naturaleza, en todas sus vertientes y variantes.
En todo
existe un perfecto sistema y orden. Todo está ordenado y ubicado, en el esquema
cósmico, por su grado vibratorio, en una escala que va del 0° a 360°, y a la
vez ubicado -por su suma existencial-, en el respectivo grado de la infinita
espiral evolutiva del universo. Y eso ocurre en todas las vertientes y
variantes existenciales, de cada ser, en los cuatro reinos naturales.
Esas
vertientes y variantes, en el Sufismo se denominan los Estados y las
Estaciones. Cada estado representa a un valor universal, o atributo divino, es
decir el estado de conciencia de ese valor o atributo.
Cada
estación, equivale a un grado de progreso, o conciencia perceptiva, sobre un
determinado valor. Cada estado y su respectiva estación pueden variar de un
valor a otro. Esto equivale a la diferencia del bagaje de experiencia que cada
ser tiene en relación a una u otra de las áreas del conocimiento humano, y
universal. Por cada área existe un ángulo de la espiral evolutiva, y su
respectivo estado de conciencia y su grado perceptivo de la realidad, así como
capacidad de percibir y comprender, hacer, o de dejar de hacer. Empero, el nivel
de conciencia alcanzado en una determinada estación, o grado perceptivo de la
realidad, le facilita la labor de alcanzar, con mayor efectividad, el mismo
nivel de conciencia en todos los estados, o áreas de conocimientos relativos a
los valores universales, o atributos divinos. Esto debido a que, estando en una
determinada altura, en una montaña, hacia cualquier lado en que se mire, se
hará desde esa misma perspectiva o elevación.
Tanta
perfección como existe en la naturaleza obedece a una ley cósmica que rige
todo.Toda ley cósmica –en todas sus vertientes y variantes- está sustentada por
una inteligencia suprema ab eterna que la legisló con carácter eterno e
inmutable.
Igualmente,
existe una voluntad potencialmente infinita que vela por su cumplimiento en el
espacio y en el tiempo. Es el carácter coercitivo y coactivo de la ley cósmica,
Su carácter coercitivo regido por los parámetros de los valores universales. Y
el coactivo, por las leyes de afinidad, justicia, igualdad y compensación. La
ley ordenadora del universo es la de afinidad. Ella ubica y reubica cada ser y
cosa en el orden que le corresponde en base a su peso específico –suma
existencial-, en el lugar –orden- que le corresponde.
El orden es
un valor universal, al igual que la armonía. Ese orden y armonía se logran por
la guía de los parámetros de los valores de la justicia, de la compensación y
de la igualdad, entre tantos otros que conforman la ley cósmica.
El amor es
la síntesis de todos los sentimientos expresados por los valores universales, o
atributos divinos. El amor es la ley matriz del universo y la síntesis de la
ley cósmica. La ley cósmica es eterna e inmutable. Es ab eterna, es decir,
existe desde siempre al igual que el Legislador Universal.
Detrás de
toda obra existe un propósito, una idea, un objetivo, una intención.Nada existe
sin propósito alguno en la naturaleza. De manera que, viendo más allá de las
apariencias se observa que, detrás de toda aparente casualidad existe una ley
de causa y efecto que rige todo.
Dada la
condición mental del universo en que nos desenvolvemos, es en la mente del Ser
Supremo –en su conciencia- donde se encuentra plasmada la ley cósmica, al igual
que todos los valores universales –atributos divinos-. Su expresión –o
manifestación- en la conciencia de cada ser de los cuatro reinos naturales, es
por medio de los sentimientos análogos a cada valor universal. La
retroalimentación de todo pensamiento, sentimiento y acto, -acción- lo realiza
la ley de afinidad –coacción correctora-, con el auxilio de la ley de justicia,
la igualdad, -en la ley y ante ella-, y la compensación, de acuerdo a los
eternos planes trazados por el Ser Universal.
Hermes
Trismegisto percibió claramente esta realidad cuando enunció los siete
principios del Kybalión, -hace ya más de doce mil años, con toda seguridad en
la antigua Atlántida-, de la siguiente manera:
1. El
principio del Mentalismo.2. El principio de la correspondencia.3. El principio
de la vibración.4. El principio de la polaridad.5. El principio del ritmo.6. El
principio de causa y efecto.7. El principio del género.
La aparente
casualidad en la manifestación de la materia es solo eso: apariencia. Detrás de
todo lo existente hay un perfecto sistema y orden regidos por la ley cósmica de
acuerdo con los planes de la Divinidad.