martes, 17 de septiembre de 2013

7. Se podría encontrar la causa primera de la formación de las cosas en las propiedades íntimas de la materia?


Comentarios exegéticos N° 7,
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec:

La obra cumbre del pensamiento universal:

Giuseppe Isgró C.


7. Se podría encontrar la causa primera de la formación de las cosas en las propiedades íntimas de la materia?
-“Entonces, cuál sería la causa de estas propiedades? Volvemos siempre a la necesidad de una causa primera”-.
Atribuir la primera formación de las cosas a las propiedades íntimas de la materia, sería igual que tomar el efecto por la causa, por cuanto estas mismas propiedades constituyen un efecto que debe tener una causa.

COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIUSEPPE ISGRÓ C.

Cuáles son las propiedades íntimas de la materia? Cuál es la esencia de la materia, en cada tipo de la materia? Por qué de la misma tierra diversas especies vegetales extraen una inmensa variedad de plantas, flores, frutos, entre otros particulares? Por ejemplo: Cada especie tiene una forma diversa y uniforme, edad tras edad, excepto un estado de perfeccionamiento en el espacio y en el tiempo, que indica que cada una se va perfeccionando, o evolucionando, en su misma naturaleza. Un naranjo produce naranjas en cualquier parte del planeta en que se siembre. En un mismo lugar, un rosal y un cerezo, darán, respectivamente, y de la misma tierra, una rosa y un fruto denominado cereza. Existe una inteligencia vegetal que realiza un trabajo capaz de extraer –y elaborar- los elementos adecuados, de la tierra, para dar el respectivo fruto –resultado- inherente a la especie que representa.
Cada especie tiene una inteligencia particular y una programación mental –conocimiento-, para realizar una labor asignada por la naturaleza de las cosas para obtener un resultado que complementa la Gran Obra de la Creación.
La misma tierra que pareciera uniforme, contiene, sin embargo, una determinada cantidad de elementos –diferentes entre sí-, conocidos y por conocer, que tienen entre sí características particulares. Esas características particulares a nivel elemental –de los minerales- son los resultados –características- inherentes a cada mineral. La materia en sí no es más que energía condensada. Si se manifiesta una determinada variante en los elementos que conforman la materia, es porque existen determinadas esencias –Espíritus elementales- que vibrando a determinada frecuencia, son capaces de manifestar determinados elementos físicos –o materia-.
Esas propiedades íntimas de la materia a que hace referencia el Maestro Allan Kardec, en su pregunta número siete de El Libro de los Espíritus, no son más que las diversas variantes de Espíritus Elementales de la naturaleza que tienen una misión específica de condensar determinados tipos de materias en la dimensión física a partir de la energía universal. Cada Espíritu elemental tiene una frecuencia vibratoria determinada. Al vibrar en esa frecuencia, manifiesta su equivalente físico, condensando el respectivo elemento. Por ejemplo: El Espíritu elemental del hierro, condensando la misma energía universal, manifiesta el elemento hierro, tal como el del oro, manifiesta oro, y el del platino, platino, y así sucesivamente con cada elemento conocido o por conocer.
Si existen variantes en las manifestaciones físicas de la materia es porque también las hay en los espíritus elementales que las manifiestan, al igual que ocurre en el reino vegetal, en el animal y en el humano.
El tipo de materia manifestada es un efecto del tipo de Espíritu elemental que la manifiesta, es decir: Su causa. No existe efecto sin causa, ni causa que no genere efecto. De manera que es imposible aislar el efecto de la causa, o ignorar ésta, sin distorsionar la verdad. Es preciso en todo efecto buscar la causa que lo origina y tendremos una visión completa de la verdad, en el grado relativo al propio estado -y grado- de conciencia. Es indispensable ver toda la realidad y no solamente un aspecto de la misma. Y toda realidad tiene una vertiente física y otra espiritual. Además, existe un elemento de enlace que une ambas dimensiones o polaridades. En esa duplicidad de dimensiones el grado de conciencia imperante en la dimensión espiritual se refleja en la respectiva manifestación física. Una mayor depuración de la materia indica que existe una equivalente en la dimensión espiritual.
En todos los reinos naturales existen elementos, -o especies-,que presentan una mayor depuración que en otros. Es el grado de conciencia evolutiva que presenta, a nivel particular cada uno de los elementos, o especies vegetales, animales o humanos.
Entonces, la causa de estas propiedades íntimas de la materia lo constituye el Espíritu, en todas sus vertientes y variantes: Elemental, -en el reino  mineral-; Vegetal, -en el reino vegetal-; Animal, -en el reino animal; recordando que animal quiere decir que posee un alma, ya que alma equivale a –anima-, de ahí el término animal. El Espíritu elemental es la causa primera de la materia. La manifiesta a partir de la condensación de la energía por su respectivo grado vibratorio. 
El Espíritu de cada reino natural es una manifestación en la conciencia individual de la Divinidad sin separarse de la Divinidad y sin dejar de ser la Divinidad. Cada Espíritu en los cuatro reinos de la naturaleza está dotado de vida eterna e inmortal; es coeterno con la Divinidad y está dotado de los mismos atributos divinos de la Divinidad y es poseedor de una réplica exacta de la conciencia de la Divinidad.
La única diferencia que existe es que, mientras la Divinidad posee todos sus atributos divinos desarrollados en grado infinito en todas sus vertientes y variantes, cada uno de los Espíritus manifestado a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, los posee en grado potencialmente infinito, que eternamente desarrollará sin encontrar jamás un límite.
Es el eterno retorno del ser individual hacia el Ser Universal. Es la búsqueda de sí misma de la Divinidad en sus ilimitadas expresiones a la conciencia individual.
Esos atributos divinos tienen una doble vertientes: La del conocimiento, que se expresa mediante los parámetros de los valores universales, mediante el lenguaje de los sentimientos en la propia conciencia, en la dimensión espiritual. Como emociones, en la conciencia, a nivel anímico o del alma; y como sensación, a nivel físico, o del cuerpo. Los pensamientos en cada una de las variantes espirituales se expresan mediante imágenes. Se piensa en imágenes. Cada ser en los cuatro reinos naturales demuestra ser poseedor de un conocimiento específico para realizar la propia labor que le asignara la naturaleza de las cosas en los planes cósmicos. 

     Empero, desde ese mismo estado de conciencia inherente a cada ser en los cuatro reinos naturales, cada quien realiza su viaje del eterno retorno hacia el Ser Universal, Jamás ese viaje tendrá fin por cuanto es infinito. Es el eterno camino del progreso universal sin límites de ninguna naturaleza, en una inmensidad de mundos, en la expansión eterna de la Creación. La misión consiste en adquirir consciencia del Todo en todas sus vertientes y variantes. Siempre encontrará un más allá. Es lo que denominamos la Eterna polarización del ser individual hacia el Ser Universal: -en el Círculo y el Signo Más-. Es un camino circunferencial que conforma la espiral cósmica, en los estados de conciencia y sus grados perceptivos de la verdad universal.
La segunda vertiente, es la expresión potencialmente infinita del poder creador que se anida en cada Espíritu, o ser, que eternamente expresará en un mayor nivel, a medida que vaya afrontando necesidades inherentes a ese nivel, o anhelos, propósitos u objetivos de auto-realización. Si cada ser experimentase una necesidad infinita, en ese mismo grado expresaría el conocimiento inherente, y el poder creador para autosatisfacerla.
Dentro de ese potencial infinito de manifestación expansiva de la Creación Universal, la Divinidad constituye la pedagoga de sí misma en la manifestación respectiva de cada ser en la conciencia individual por el lenguaje de los sentimientos análogos a los valores universales, expresión sublime de la ley cósmica impresa en la conciencia de cada ser. En fin de cuenta, no deja de ser un juego de la Divinidad con la misma Divinidad. Un juego para divertirse en toda la eternidad.
Entonces, porque no empezar ahora mismo con esa sublime diversión? Cambiaremos todo eso por un bien menor de lo que la Divinidad dispuso para todos?
Adelante.


6. El sentimiento íntimo que tenemos en nosotros mismos de la existencia de Dios, no podría ser una consecuencia de la educación, y el producto de ideas adquiridas?


Comentario exegético N° 6:
Sobre El Libro de los Espíritus

La obra cumbre del pensamiento universal.

Giuseppe Isgró C.


6. El sentimiento íntimo que tenemos en nosotros mismos de la existencia de Dios, no podría ser una consecuencia de la educación, y el producto de ideas adquiridas?
-“Si esto fuese así, cómo tuvieron este sentimiento, también, las personas de las humanidades de épocas primitivas?
Si el sentimiento de la existencia de un Ser Supremo fuese el producto de la instrucción, no sería universal, y no se encontraría, como las nociones de las ciencias, mas que en los individuos y en los pueblos cultos.

COMENTARIO EXEGÉTICO DE: Giuseppe Isgró C.

En todas las épocas, en todas las culturas, desde la más temprana edad, en todos los seres de los cuatro reinos naturales, existe un sentimiento de reverencia hacia la Divinidad, de múltiples maneras.
Es la conciencia de un Ser Superior que, en edades primitivas de vida en el Planeta tierra, el ser humano ha identificado de diversas maneras:
1)       Reverencia y culto hacia algún fenómeno de la naturaleza.
2)       Culto hacia los antepasados.
3)       Culto a diversas deidades mitológicas.
4)       Culto a una Divinidad superior impersonal.
5)       Cualesquiera otras modalidades.

Evidentemente, no tiene nada que ver con un sistema de ideas, o creencias, impuestos por un determinado tipo de cultura. Esta es la razón por la cual ese sentimiento hacia la Divinidad es universal y simultáneo en todos los seres de las múltiples culturas. Caso contrario en aquellos lugares en que no se hubiese fomentado ese orden de ideas, no habría imperado la espiritualidad centrada en la Divinidad.
Esa conciencia de la Divinidad existe latente en cada ser desde sus inicios en el planeta de turno en que le toque vivir, por cuanto el Espíritu de cada ser es una emanación a la conciencia individual sin separarse de la Divinidad y sin dejar de ser la Divinidad.
Siendo cada ser una expresión gradual de la Divinidad, no expresa toda la Divinidad sino una estación y un estado de la Divinidad. La parte tiene conciencia del Todo, aunque jamás pueda percibir el Todo. Empero, tiende hacia el Todo en el eterno retorno del ser individual hacia el Ser Universal.


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