Capítulo VII
REGRESO
A LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL
De:
El Libro de los Espíritus
Autor:
Allan Kardec
Versión castellana
y comentarios exegéticos:
Giuseppe Isgró C.
El
Espíritu después de la desencarnación; su individualidad. Vida eterna. Separación
del Espíritu del cuerpo. Turbación espiritual.
EL
ESPÍRITU DESPUÉS DE LA DESENCARNACIÓN
1. En qué se transforma el Espíritu en el instante de la
desencarnación?
En
Espíritu, que ya libre de los lazos de la materia, regresa a la dimensión
espiritual.
2. Conserva el Espíritu su individualidad después de la separación
del cuerpo?
-“Sí,
jamás la pierde; de otra manera, qué sería el Espíritu?
Cómo
hace el Espíritu, no teniendo más el cuerpo material, a reconocer su
individualidad?
-“Si
no tiene el cuerpo físico, conserva, empero, el fluídico, que había adquirido
de la atmósfera de su planeta, el cual conserva la figura de la última
encarnación: es su alma o periespíritu”-.
Además
del alma, el Espíritu no lleva nada más de la dimensión física?”-.
-“Nada
más que el deseo de un mundo mejor y el recuerdo de éste, todo dulzura o
amargura, según las obras de su vida. Cuanto más haya sido su vida pura, tanto
más comprende la vanidad de lo que deja sobre la tierra”-.
3. Cómo se debe entender la opinión, según la cual el Espíritu
después de la desencarnación vuelve a entrar en el Todo universal?
–“Que
el conjunto de los Espíritus forma un todo, constituye un mundo. Cuando
intervenís en una asamblea, sois parte integrante de la misma, pero, siempre
conserváis vuestra individualidad”-.
4. Podemos tener pruebas de la individualidad después de la
desencarnación?
-“Y,
no la tenéis, acaso, en nuestras comunicaciones? Si mirad bien, veréis, y, si
prestad atención, oiréis, por cuanto, con frecuencia os habla una voz, que os
revela la existencia de un ser diferente de vosotros mismos”-.
Quienes piensan que con la desencarnación el Espíritu vuelve a
entrar en el Todo universal, yerran si entienden que, a semejanza de una gota
de agua que cae en el océano, él pierde su individualidad; empero, dicen la
verdad si entienden por el Todo universal el conjunto de los seres incorpóreos, del
cual cada Espíritu es un elemento.
Si los Espíritus estuviesen reintegrados en la masa, tendrían las
cualidades del conjunto, en cuyo caso nada le distinguiría entre uno y otro.
Ellos carecerían de inteligencia y de cualidades propias; mientras que, en
todas las comunicaciones, nos dan prueba de tener la conciencia del yo y una diferenciada
voluntad; la variedad infinita que presentan bajo todo respecto es consecuencia
de personalidad innegable. Si después de la desencarnación hubiese, de verdad,
este gran Todo absorbedor de la individualidad, sería uniforme, y entonces,
todas las comunicaciones espirituales resultarían idénticas. Empero, por cuanto
de hecho nos permiten comprender que provienen de seres buenos y malos, doctos
e ignorantes, felices e infelices, alegres y tristes, serios y ligeros, está
claro que estas comunicaciones provienen de entes espirituales que conservan su
individualidad y su conciencia. Esto resulta todavía más evidente cuando
prueban su identidad con signos incontrovertibles y con particularidades
personales relativas a su vida terrestre, las cuales pueden verificarse, lo
cual se vuelve incontrastable cuando se manifiestan a la vista en las
apariciones, La individualidad del Espíritu nos era enseñada, en teoría, como
un artículo de fe; el Espiritismo la demuestra de un modo evidente y positivo.
5. Qué se debe entender por vida eterna?
-“La
vida del Espíritu, por cuanto la del cuerpo es transitoria y pasajera. Cuando
el ser humano desencarna, el Espíritu –eterno
e inmortal- regresa a la dimensión espiritual”-.
No
sería más exacto llamar vida eterna la de los Espíritus puros, que, habiendo
alcanzado el supremo grado de perfección relativa, no tienen más pruebas por
las que pasar?
-“Ésta
sería, más bien, la felicidad eterna. Empero,
ésta es siempre cuestión de palabras; llamad las cosas como queráis, si con
ello lográis entenderos”-.
SEPARACIÓN
DEL ESPÍRITU DEL CUERPO
6. Es dolorosa la separación del Espíritu del cuerpo?
-“No;
el cuerpo sufre, frecuentemente, mucho más durante la vida que en el instante
de la desencarnación. El Espíritu, sin embargo, no participa en modo alguno a
aquellos dolores; más bien, si es bueno, goza, por cuanto le anuncian el fin de
su exilio”-.
En
la desencarnación por causas naturales, que avienen por el agotamiento de los
órganos a consecuencia de la edad, el ser humano deja la vida física sin darse
cuenta: es como una lámpara que se apaga por falta de corriente eléctrica.
7. Cómo ocurre la separación del Espíritu del cuerpo?
-“Rotos
los ligámenes, que le retenían, el Espíritu se separa del cuerpo”-.
La
separación se produce instantáneamente sin preparación? Existe un límite
claramente fijado entre la vida y la ausencia de ella?
-“No:
el Espíritu se desvincula gradualmente, y no escapa como un pájaro cautivo
restituido inesperadamente a la libertad. La vida va confundiéndose con la
ausencia de ella, por cuanto el Espíritu se libera poco a poco de los lazos, que se desatan, sí, pero no se rompen”-.
Mientras dura la vida, el Espíritu se encuentra ligado al cuerpo
mediante su envoltura semi-material, periespíritu –o alma-; la desencarnación
conlleva la destrucción o transformación del cuerpo y no del periespíritu, que
se separa cuando en aquel cesa la vida orgánica. La observación enseña, que en
el instante de la desencarnación la separación del periespíritu no se efectúa
de una sola vez, sino gradualmente y con mayor o menor lentitud según las
personas; en algunos es muy rápido, y a un día próximo a la desencarnación se
encuentra también el de la liberación; en otros, y especialmente en aquellos
cuya vida fue toda materia y sentidos, es mucho más lento, pudiendo durar días,
semanas, y también meses, la cual cosa no implica, en el cuerpo, la mínima
vitalidad, ni la posibilidad de un regreso a la vida, sino una simple afinidad
entre el cuerpo y el Espíritu, afinidad siempre en razón de la preponderancia
que, durante la vida, el Espíritu ha concedido a la materia. Está claro y es
lógico que, cuanto más el Espíritu se identificó con la materia, tanto más rehúse
a separarse; mientras la actividad intelectual y moral y la elevación de los
pensamientos hacen sí que el desprendimiento se inicie mientras el cuerpo se
encuentre, todavía, en vida, por lo que, ocurrida la desencarnación, aquel se
cumple casi instantáneamente.
Esto es el resultado de los estudios de gran número de personas
observadas en el instante del traspaso. Estas observaciones prueban, por otra
parte, que la afinidad persistente en algunos, todavía perdurable entre el
Espíritu y el cuerpo extinto es penosísima, por cuanto aquel puede
probar el horror de la descomposición de éste. Un tal caso, empero, constituye
una excepción, y es particular a ciertos géneros de vida y a algunas variantes de
desencarnaciones; se tenía, por ejemplo, en algún tipo de desencarnación
auto-provocada.
8. La separación definitiva del Espíritu del cuerpo, puede ocurrir
antes de que cese completamente la vida orgánica?
-“En
la agonía, el Espíritu alguna vez ya ha dejado el cuerpo, por lo cual a éste no
le queda más que la vida orgánica. El ser humano, entonces, no tiene más
consciencia de sí mismo, aunque, todavía, le queda un soplo de vida. El cuerpo
es una maquina puesta en movimiento por el corazón, por lo cual existe hasta
cuando el corazón hace circular la sangre en las venas, para cuya función no
tiene necesidad de Espíritu”-.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC.
Mientras existan signos vitales, vida
orgánica, aunque la persona se encuentre inconsciente, es indicio de que, aún,
el Espíritu se encuentra unido al cuerpo en determinado grado, aunque los lazos
que unen al Espíritu con el cuerpo, mediante el alma, -periespíritu-, hayan
comenzado a soltarse, -no a romperse-.
El Espíritu suele emanciparse del cuerpo tan
pronto se adormezcan los sentidos físicos, y con el desdoblamiento del
Espíritu, el cuerpo duerme, pero mantiene las funciones vitales.
Empero, tan pronto se suelten los lazos del
alma, -periespíritu-, que unen al Espíritus con el cuerpo, cesan,
automáticamente, todos los signos vitales, toda la vida orgánica, evidencia
clara de la desencarnación del Espíritu.
En algunos casos, el apego del Espíritu a la
materia es tan grande que, la desencarnación requiere de un largo proceso antes
de que se suelten los ligamentos -del Alma, o periespíritu-, que unen al
Espíritu con el cuerpo de turno.
En los Espíritus de elevada conciencia, con
desapego correcto de la materia, los lazos de unión se sueltan con facilidad.
Recordemos que el ser, en los cuatro reinos
naturales, fundamentalmente está formado por el Espíritu, el Alma, o
periespíritu, y el cuerpo. La ley cósmica es una, y rige en los cuatro reinos
naturales, en semejante modo, adaptado a las particularidades de cada especie.
9. En el instante de la desencarnación el Espíritu, tal vez, no tiene
una aspiración o éxtasis, que le hace entrever el mundo que le espera?
-“Frecuentemente
el Espíritu, al aflojarse los ligámenes que les unen al cuerpo, hace todos los
esfuerzos posibles para romperlos del todo, y entonces, ya suelto en parte de
la materia, ve desenvolverse delante el
porvenir y goza, anticipadamente el estado de Espíritu libre”-.
10.
El ejemplo del gusano, que
primeramente se arrastra por el suelo, y después, convertido en crisálida, en
estado de vida latente, regresa a la existencia como espléndida mariposa, puede
darnos una idea de la vida terrestre, de la que sigue a la desencarnación y de
nuestra nueva vida?
-“En
pequeño sí, por cuanto la comparación no es mala; empero, tened en cuenta,
después, de no tomarlo a la letra, como con mucha frecuencia os sucede”-.
11.
Cuál sensación prueba el
Espíritu, cuando se reconoce en el mundo de los Espíritus?
-“Según
los casos: si tiene conciencia de haber hecho el mal, se encuentra todo
avergonzado y doliente; si, en cambio, tuvo la oportunidad de vivir
virtuosamente, experimenta la sensación de ser aliviado de un gran peso, y goza
sin temor de ninguna mirada escrutadora”-.
12.
El Espíritu reencuentra a
quienes ha conocido en la tierra, y que han desencarnado antes que él?
-“Sí,
según el afecto que él tenía por ellos, y de acuerdo al que ellos tenían por
él. Frecuentemente, de sus seres queridos, ya desencarnados, algunos vienen a
recibirlo a su reingreso en la patria común, y le ayudan a despojarse del
involucro material. Él, además, reconoce
a muchos otros de quienes había perdido los rastros durante su estadía en la
tierra: ve aquellos que se encuentran en la dimensión espiritual, y va a
visitar a quienes, aún, se encuentran encarnados”-.
13.
En caso de desencarnación
por causa violenta o accidental, cuando los órganos no se encuentran aún
debilitados por la edad, o por ausencia de salud, la separación del Espíritu y
la cesación de la vida física acontecen al mismo tiempo?
-“En
general sí: empero, en todo caso, el instante que le separa es brevísimo”-.
14.
Después de la
decapitación, por ejemplo, -conserva la persona, aún por poco tiempo, la
conciencia de sí misma?
-“Hasta
que la vida orgánica se haya extinguido. Frecuentemente, la aprensión de la
desencarnación le hace perder aquel sentimiento mucho antes del suplicio”-.
Aquí se habla de conciencia, que el ajusticiado puede tener de sí
mismo como hombre, por vía de los órganos, y no ya como Espíritu. Por lo cual,
parece que, si no la ha perdido antes del suplicio, puede conservarla, aún,
algún breve momento después, empero, cesa, necesariamente, con la vida orgánica
del cerebro, la cual cosa, todavía, no implica que el periespíritu –o alma-, se haya soltado en
absoluto del cuerpo. Ocurre, más bien, lo contrario en todos los casos de
desencarnación violenta, es decir, no provocada por la progresiva consumación
de las fuerzas vitales, donde los ligámenes que unen el cuerpo con el
periespíritu son más tenaces, lo que determina que sea más lenta la separación
completa.
EL
ESPÍRITU TIENE LA CONCIENCIA
15.
El Espíritu tiene
conciencia de sí inmediatamente que haya dejado el cuerpo?
-“Inmediatamente
no; él permanece por algún tiempo en una especie de turbación”-.
16.
Experimentan todos los
Espíritus, en el mismo grado y en igual
duración, la turbación que sigue a la separación del Espíritu del cuerpo?
-“No:
Esto depende de la diversidad de su elevación. El ser virtuoso se reconoce casi
inmediatamente, por cuanto ya se emancipó de la materia durante la vida del
cuerpo, mientras que el ser sensual, cuya conciencia no es pura, conserva más
largamente la impresión de la misma”-.
17.
El conocimiento del
Espiritismo tiene alguna influencia sobre la duración más o menos larga de la
turbación?
-“Peso
grandísimo, por cuanto el Espíritu conocía ya su futura condición; empero, más
que ninguna otra cosa, abrevian esta duración una conciencia pura y la práctica
del bien”-.
En el momento del traspaso todo es confuso, y el Espíritu precisa
algún tiempo para reconocerse; él se encuentra aturdido, como en el estado de
quien sale de un profundo sueño, que busca darse cuenta de su condición. La
lucidez de las ideas y la memoria del pasado le regresan a medida que se va borrando la influencia de
la materia, de la cual se ha soltado, disipándose aquella especia de neblina
que vela los pensamientos.
La duración de la turbación, que sigue a la desencarnación, es
variabilísima: puede ser de alguna hora, como de varios meses o años. Es menos
larga para aquellos que ya en vida se han compenetrado al estado futuro, por
cuanto, apenas se encuentran allí, lo comprenden inmediatamente.
La turbación espiritual ofrece circunstancias particulares, según
el carácter de las personas, y sobre todo según el género de la desencarnación.
En aquellas violentas, por auto-determinación, por suplicio, por accidente, por
heridas, y similares, el Espíritu es sorprendido; lleno de estupor, no cree de
encontrarse en la dimensión espiritual, y lo niega con obstinación; ve su
cuerpo, sabe que es el suyo y no comprende que se ha separado; va cerca de las
personas que ama, les habla, y desconoce la razón por la cual no le escuchan. Esta
ilusión dura hasta la perfecta separación del periespíritu. Solamente entonces
el Espíritu se reconoce, y comprende que no hace más parte de los vivos, -en la
dimensión física. Un fenómeno de tal naturaleza se explica fácilmente. Sorprendido,
de repente, por la desencarnación, el Espíritu está aturdido por el brusco
cambio que se ha efectuado en él. Él, como ordinariamente suele ocurrir, creía
que la desencarnación fuese sinónimo de destrucción, de anulación: ahora, por
cuanto él piensa, ve, siente, no comprende de haber desencarnado. Acrecienta el
engaño el hecho de verse en un cuerpo símil al precedente en la forma, cuya
naturaleza etérea él no ha tenido tiempo, aún de percibir; él lo cree sólido y
compacto como el primero; y, cuando alguna cosa llama su atención sobre este
punto, se maravilla de no poderse tocar. Este fenómeno es análogo al de los
sonámbulos, quienes desde el principio están persuadidos de no dormir. Para
ellos el sueño equivale a supresión de las facultades: ahora, por cuanto
piensan libremente, y ven, están persuadidos de no dormir. Algunos Espíritus
presentan esta particularidad, aunque la desencarnación no le haya tomados por
sorpresa; empero, ella es más común en aquellos que, si bien con ausencia de
salud, no piensan en la desencarnación. Se ve, entonces, el singular espectáculo
de un Espíritu, que asiste a su funeral como al de un extraño, y discurre como
de algo que no le concierne, hasta que llega a comprender la verdad.
La turbación que sigue a la desencarnación no tiene nada de penosa
para la persona de bien: es serena y en todo similar a la que acompaña un
plácido despertar. Para el malvado, al contrario, es plena de ansiedad y de
angustia, las cuales aumentan a medida que él adquiera la cognición de sí
mismo.
En los casos de desencarnación colectiva se ha observado que no
todos aquellos que desencarnan conjuntamente se vuelven a ver siempre
enseguida. En la turbación que sigue al traspaso, cada quien va por su propia
vía, o se cuida únicamente de aquellos seres que les son más queridos.
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