viernes, 20 de septiembre de 2013

8. Qué se debe pensar de la opinión que atribuye la primera formación de lo creado a una combinación fortuita de la materia, es decir, de la casualidad?



Comentarios exegéticos N° 8,
sobre El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec:

La obra cumbre del pensamiento universal:

Giuseppe Isgró C.



8. Qué se debe pensar de la opinión que atribuye la primera formación de lo creado a una combinación fortuita de la materia, es decir, de la casualidad?

-“Otra absurdidad! Cuál ser humano de buen sentido puede considerar la casualidad como un ser inteligente? Y, después, qué es la casualidad? Nada”-.


La armonía, que regula las fuerzas del universo, demuestra combinaciones y principios determinados, y por lo tanto una potencia inteligente. Atribuir la primera formación a la casualidad, sería un absurdo, por cuanto en ella está ausente la visión y no puede producir los efectos inteligentes. Una casualidad inteligente dejaría de ser una casualidad.



COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIUSEPPE ISGRÓ C.



En nuestro comentario anterior se ha explicado, en líneas generales, la manera como emerge la materia a partir de la energía. Es una condensación de la energía que realizan los Espíritus Elementales –de los elementos- de acuerdo al respectivo grado vibratorio regido por la ley de afinidad. La ley de afinidad establece la armonía y el orden en la naturaleza, en todas sus vertientes y variantes.


En todo existe un perfecto sistema y orden. Todo está ordenado y ubicado, en el esquema cósmico, por su grado vibratorio, en una escala que va del 0° a 360°, y a la vez ubicado -por su suma existencial-, en el respectivo grado de la infinita espiral evolutiva del universo. Y eso ocurre en todas las vertientes y variantes existenciales, de cada ser, en los cuatro reinos naturales.

Esas vertientes y variantes, en el Sufismo se denominan los Estados y las Estaciones. Cada estado representa a un valor universal, o atributo divino, es decir el estado de conciencia de ese valor o atributo.


Cada estación, equivale a un grado de progreso, o conciencia perceptiva, sobre un determinado valor. Cada estado y su respectiva estación pueden variar de un valor a otro. Esto equivale a la diferencia del bagaje de experiencia que cada ser tiene en relación a una u otra de las áreas del conocimiento humano, y universal. Por cada área existe un ángulo de la espiral evolutiva, y su respectivo estado de conciencia y su grado perceptivo de la realidad, así como capacidad de percibir y comprender, hacer, o de dejar de hacer. Empero, el nivel de conciencia alcanzado en una determinada estación, o grado perceptivo de la realidad, le facilita la labor de alcanzar, con mayor efectividad, el mismo nivel de conciencia en todos los estados, o áreas de conocimientos relativos a los valores universales, o atributos divinos. Esto debido a que, estando en una determinada altura, en una montaña, hacia cualquier lado en que se mire, se hará desde esa misma perspectiva o elevación.


Tanta perfección como existe en la naturaleza obedece a una ley cósmica que rige todo.Toda ley cósmica –en todas sus vertientes y variantes- está sustentada por una inteligencia suprema ab eterna que la legisló con carácter eterno e inmutable.


Igualmente, existe una voluntad potencialmente infinita que vela por su cumplimiento en el espacio y en el tiempo. Es el carácter coercitivo y coactivo de la ley cósmica, Su carácter coercitivo regido por los parámetros de los valores universales. Y el coactivo, por las leyes de afinidad, justicia, igualdad y compensación. La ley ordenadora del universo es la de afinidad. Ella ubica y reubica cada ser y cosa en el orden que le corresponde en base a su peso específico –suma existencial-, en el lugar –orden- que le corresponde.


El orden es un valor universal, al igual que la armonía. Ese orden y armonía se logran por la guía de los parámetros de los valores de la justicia, de la compensación y de la igualdad, entre tantos otros que conforman la ley cósmica.


El amor es la síntesis de todos los sentimientos expresados por los valores universales, o atributos divinos. El amor es la ley matriz del universo y la síntesis de la ley cósmica. La ley cósmica es eterna e inmutable. Es ab eterna, es decir, existe desde siempre al igual que el Legislador Universal.


Detrás de toda obra existe un propósito, una idea, un objetivo, una intención.Nada existe sin propósito alguno en la naturaleza. De manera que, viendo más allá de las apariencias se observa que, detrás de toda aparente casualidad existe una ley de causa y efecto que rige todo.


Dada la condición mental del universo en que nos desenvolvemos, es en la mente del Ser Supremo –en su conciencia- donde se encuentra plasmada la ley cósmica, al igual que todos los valores universales –atributos divinos-. Su expresión –o manifestación- en la conciencia de cada ser de los cuatro reinos naturales, es por medio de los sentimientos análogos a cada valor universal. La retroalimentación de todo pensamiento, sentimiento y acto, -acción- lo realiza la ley de afinidad –coacción correctora-, con el auxilio de la ley de justicia, la igualdad, -en la ley y ante ella-, y la compensación, de acuerdo a los eternos planes trazados por el Ser Universal.


Hermes Trismegisto percibió claramente esta realidad cuando enunció los siete principios del Kybalión, -hace ya más de doce mil años, con toda seguridad en la antigua Atlántida-, de la siguiente manera:


1. El principio del Mentalismo.2. El principio de la correspondencia.3. El principio de la vibración.4. El principio de la polaridad.5. El principio del ritmo.6. El principio de causa y efecto.7. El principio del género.

La aparente casualidad en la manifestación de la materia es solo eso: apariencia. Detrás de todo lo existente hay un perfecto sistema y orden regidos por la ley cósmica de acuerdo con los planes de la Divinidad.

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